27 diciembre 2017

Chuqui illa

Una cascada de agua comenzó a manar de varios salientes en la roca que se encontraban fuera de su alcance. Viracocha reía enloquecido y relataba profecías sobre las aguas y su poder destructor a voces, lo que no les permitía concentrarse para intentar buscar una solución. Pichu estaba enfadado y preocupado. ¿Cómo saldrían de esta?

- No has visto muchas películas sobre arqueología, ¿Me equivoco? ¡Nunca debes presionar palancas misteriosas! -gritó al joven.
- ¡Pi, pi, pi! -corroboró su amigo pokémon. 
- Bueno, entonces siguiendo la estela de las pelis, deberíamos buscar otra palanca que solucione este entuerto -dijo la arqueóloga que le caía bien, aunque ya no tanto. 
- ¡Claro, como si esto fuera una peli! -exclamó Pichu.
- Pero acabas de decir...
- ¡Buscad una roca con forma especial, o un significado secreto en algún muro, ¡Algo! -la interrumpió con voz de Sméagol y un cierto deje desesperado.

Los arqueólogos de la expedición se pusieron a rebuscar por todos lados pero no encontraron nada. El agua comenzaba a cubrirles por encima de las rodillas y Viracocha seguía con sus augurios apocalípticos.

- ¿Alguien puede callar a ese lunático? ¿Otro calcetín, quizá? -propuso uno de los chicos.
- ¡Tratad con respeto a vuestros dioses o su ira caerá sobre vuestra estirpe!
- Mi linaje no da para mucho... créeme... -dijo otro de los jóvenes.
- ¡Aquí!

Pichu se dirigió a un pequeño altar de sacrificios que había pasado desapercibido hasta entonces, donde su pequeño amiguito daba saltos de felicidad y parecía muy contento. 

- ¿Qué es esto, pequeñín? -preguntó cariñoso- ¡Oh! ¡Mirad esto!

Detrás del altar había un panel de roca y cuando Pichu lo tocó, éste se giró dando paso a una hermosa composición de un chamán adorando a los dioses, representado con vivos colores cálidos y tonalidades de la naturaleza.

- Esto representa a la Serpiente Emplumada y solo el chamán posee la luz de la sabiduría, que se simboliza con esta luz de aquí... -señaló a la parte derecha del panel.
- Encantador, pero jefe, el agua empieza a cubrir la cintura...
- ¡Sí, sí! Debemos buscar una especie de puertecita como ésta de la luz...
- ¿Cómo? -preguntó otra chica.
- No sé, tal vez como... ¿esto? 

Pichu calcó en una de las piedras, pero no ocurrió nada. Las arqueólogas comenzaron a tocar las piedras de alrededor hasta que una de ellas dio con otra palanca, que bajó sin consultar ninguna opinión. El agua empezó a caer con más fuerza y de más agujeros.

- ¡Solo los dioses y chamanes poseen la luz, los insensatos mortales perecerán bajo el diluvio! -gritó Viracocha, ufano.
- ¡Que yo soy de tu corte de Amautas! ¿Recuerdas? ¿Y qué hemos dicho de tocar cosas? -dijo Pichu a la chica, entre irónico y molesto.
- ¡Tú lo ibas a tocar de todos modos! ¡A mi no me eches la culpa! -chilló ella, un poco histérica.
- ¡No sé nadar! -confesó uno de los chicos atemorizado viendo que el agua ya le llegaba a las axilas.
- ¡Se me moja el móvil! -gritó otro.
- ¡Tú súbete en algún sitio y todos con el móvil en alto, como hago yo! -ordenó Pichu- ¡Que a mí ya se me acabó la garantía!

El arqueólogo con el calcetín en la boca rodó los ojos. ¿Cómo podía ese Pichu ser tan estúpido?

- ¡Mirad lo que hace Pichu! -gritó una de las arqueólogas.

Todos miraron hacia Pichu, que tenía el móvil en lo alto y por un momento se sintió ridículo, aunque claramente era el más listo de todos.

- ¡No él! ¡Él! -señaló la chica.

El pokémon saltaba por las paredes sirviéndose del relieve irregular de las rocas y presionaba suavemente con sus patitas por encima de las mismas, consiguiendo que los chorros de agua se detuvieran en su totalidad.

- Mediador entre las aguas y las fuentes de población... Digo... las fuentes de población y las aguas... -murmuró Pichu. 
- ¡Sigo sin saber nadar! -gritó el chico de antes, literalmente con el agua al cuello.
- ¡Y yo sigo diciendo que te subas... aquí por ejemplo! -sugirió Pichu señalando al altar con el móvil.


Las cascadas de agua dejaron de fluir de los muros y los arqueólogos se miraron unos a otros, completamente empapados y cubiertos de agua casi en su totalidad.

- ¡Bien hecho, Pichu! -alabó Pichu al pokémon, que sonreía con la mirada.
- ¿No sería cosa de sacarle el calcetín de la boca? -preguntó una de las chicas fijándose en el arqueólogo listillo- a ver si se va a ahogar...
- No creo...
- ¡Me podía haber ahogado! -corroboró el joven cuando se vio liberado de su atadura.
- ¡No seas dramático! Tú mismo te lo has buscado cuestionándome todo el rato... -respondió Pichu con poca amabilidad.
- ¡Los dioses infligirán su castigo a los..!
- ¡Qué siiiiiii! -exclamó la chica que se hacía pasar por Pacha Mama- ¡Lo hemos entendido! ¡Basta!

Viracocha guardó silencio aunque todavía parecía trastornado con sus ojos dorados.

- ¿Y cómo abrimos la puerta de la cámara?
- En pársel, naturalmente -respondió Pichu, muy tranquilo.
- ¿Qué?
- ¡Oh! Perdonad, estaba distraído. Hallando la luz. 

El arqueólogo que le caía mal puso un gesto sarcástico pero se guardó sus comentarios.

- Me refiero al panel, no me miréis así -aclaró Pichu- Lo dice bien claro.
- ¿Puede tu amiguito encontrar esa luz? -cuestionó uno de los chicos.
- Veamos. ¿Pichu, puedes encontrar esto? -señaló Pichu por debajo del agua al pokémon.
- ¡Pi, chu! ¡Pichu!

El animalillo saltó por los muros y se acercó a uno de los salientes de agua en la roca. Olisqueó por la zona y trató de ojear dentro de la oquedad.

- ¿Qué demonios hace?
- ¡Más respeto a Chuqui illa, el relámpago! -volvió a gritar Viracocha.
- Por una vez le doy la razón -asintió Pichu. Si confiárais más en él...
- ¡Pi!

Pichu se detuvo cerca del panel, frente al rostro de uno de los nativos, que parecía un chamán con ojos de esmeralda. 

- ¡Mirad eso! Se parece al tipo del panel... ¡Ya está! ¡Tenemos que buscar un nativo como ese con ojos de ónix! ¡O de azabache!

Los arqueólogos se miraron entre ellos cuestionando una vez más la posible demencia de su jefe.

- ¡Ojos oscuros, ojos negros! ¡Como él! -señaló al panel.

El grupo se puso a inspeccionar cuidadosamente las paredes hasta que uno de ellos dio con un nativo muy semejante al del panel principal.

- ¡Este se parece! ¡Tiene ojos de roca negra!
- Roca, roca... es turmalina, inútil -dijo Pichu en voz baja con su tono de Sméagol -¡Lo ha encontrado! ¡La luz debe andar cerca!

Efectivamente, a una distancia similar del chamán se encontraba una piedra reluciente cuyo brillo se desdibujaba bajo el agua, pero indudablemente dorada.

- ¿Y qué es lo que significa?
- ¿Alguno de vosotros ha sido mayordomo alguna vez?

Nadie respondió, sin entender a qué podía referirse el loco de su jefe.

- Solo lo decía para romper la tensión... -comentó con ligereza Pichu, que a pesar de todo seguía dándole vueltas a quién sería el traidor- Esto... bueno, voy a pulsar en la lucecita a ver si...

La Sala Brillante, como la había bautizado, resplandeció con un brillo cegador aún más acusado debido al agua que les dejó sin visión por unos instantes. Lo único que notaron con certeza era cómo el agua bajaba de nivel y un fuerte sonido a rocas se oía en la lejanía. 


Dedicado a Javier, ¡feliz cumpleaños Pichu!

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