19 diciembre 2019

Chrysalis

Jeanpo abrió los ojos lentamente, desorientado. Le dolía todo el cuerpo. La luz del sol le cegaba y no podía moverse, aunque sabía que estaba despierto. ¿Qué tipo de hechizo aherrojaba su ser? 

- ¡Eh, Jeanpo! ¡¡Jeanpo!!

Un sonoro bofetón.

- ¡¡Auh!!

El joven se incorporó de golpe repentinamente. Miró a su alrededor. No veía nada extraño a excepción de un montón de trozos de hielo que... Un momento... ¿Restos humanos? La escarcha cubría todo a su alrededor y hacía mucho frío.

- Perdona, no me ha dado tiempo a derretir todo este desastre y quemar los cadáveres... -se disculpó Wherynn.
- ¡Whers! -exclamó sorprendido.
- La verdad es que Srynna se las ha apañado estupendamente, aunque esto solo ha sido un aperitivo...

Srynna sonreía ufana y muy segura de sí misma. Vamos, estaba en las nubes, para que luego dijeran...

- ¿Qué ha pasado?
- Pues mira tú que al parecer los Nö se creen muy guays pero aún no tienen ni idea de cómo invocar una Quintaesencia en condiciones -explicó Srynna. Conjuraron una fuerza rarísima con pinta como de neblina y te dio por detrás. Te quedaste todo groggi y con los ojos fuera de las órbitas (te los cerré después porque me daban muy mal rollo) y me asusté y mi poder se desató. Los congelé a todos y no les dio tiempo a reaccionar porque no esperaban un poder tan glorioso emanando de mí -dijo con orgullo- y la Quintaesencia se esfumó. Y ya. Justo cuando acabé con los Nô fui a ver cómo estabas, pero no respondías a ningún estímulo y eso, que te cerré los ojos. Luego aparecieron Thöw y Wherynn y alucinaron con mi destreza. ¡Para que veáis que podéis confiar en la Reina de la Destrucción!
- Si, sí, Reina de la Destrucción pero le podías haber echado una manta por encima, se nos va a congelar... -comentó Wherynn tendiendo una manta al guerrero, que se arropó con ella temblando. 
- ¡No me dio tiempo! Sé buena y enciende la hoguera, anda... Yo también tengo frío.

Era mucho que asimilar. Srynna había podido ella sola contra unos cuantos Nöh y había vivido para contarlo... Wherynn y Thöw habían vuelto de su viaje espiritual en busca de la iluminación y parecían tan tranquilos... Y él solo se había desmayado. ¿Cuál era su propósito en esta tierra?

- ¿Estás bien? Un ataque de la Quintaesencia no es algo que deba tomarse a la ligera...
- Si, estoy bien.

Thöw le miró largamente. El guerrero era clave, aunque podía entender cómo se sentía en aquellos momentos.

- ¿Y vosotros qué habéis averiguado? -preguntó evadiendo su mirada mientras Wherynn le ofrecía una bebida caliente.
- Hemos aprendido sobre el pasado, el presente y lo que nos depara el futuro que aún no está escrito y el que se profetiza en los libros antiguos...
- Ah.
- Oye, que yo seré sanguinaria y todo eso pero me están empezando a dar asquito esos cuerpos desmembrados... ¿Los podemos quemar ya? -pidió a su amiga.

Jeanpo sonrió contra su voluntad. Sus dos locas...


El Parque Azëbera parecía desierto aquel día. Las chicas se preguntaban cómo nadie había sido consciente de la épica batalla que había tenido lugar en sus bosques y Thöw les explicó que los Nöh tenían el poder de transfigurar el espacio / tiempo para atacar sin que hubiera escapatoria.

- ¡Qué conveniente! Un giro de guión nada esperado... -suspiró Srynna.
- ¿Por? -preguntó Wherynn.
- ¡Oh! Tu mejor que nadie sabes por qué lo digo...
- ¿Yo?
- ¡Si! Escribes mucho, esto es como una de tus historias esas donde todo encaja a la perfección porque si no no tendría sentido... Y qué idóneo que nosotros luchemos mientras los de alrededor no se enteran de nada ni ven las consecuencias -dijo mirando a la hoguera de restos calcinados- ¡Muy fortuito!
- Aquí nada ocurre por fortuna, más bien por mala suerte... -musitó Jeanpo. 

El resto de la mañana transcurrió tranquila. Demasiado tranquila. Thöw estaba preocupado por todo lo que había descubierto y quería conocer a su hermano, aunque no se le ocurría ningún plano real o astral donde no fuera peligroso. Pertenecían a bandos contrarios, al menos eso debían fingir, y para él traicionar a los Nöh supondría la muerte. Y no lo iba a permitir.

- Estás muy meditabundo... -sonrió Wherynn sentándose a su lado.
- Sí... -respondió contemplando los restos del fuego- Los Nöh ahora saben que tenéis poder y que no dudaréis en usarlo, pero eso no los detendrá en absoluto. Os aniquilarán, como aniquilarán vuestra realidad.
- ¿Por qué los malos siempre quieren destruir? ¿No sería mejor disfrutar de lo conquistado?

Thöw la miró con curiosidad.

- Tienes toda la razón. Pero supongo que su fin último es acabar con todo, y quizá solo cuando se encuentren con la nada vean todo lo que han perdido...
- Sí, bueno, lo que sea, ¡Que se atrevan a volver! -retó Srynna.
- Claro que volverán... Con un poder destructor mucho mayor del que trajeron la última vez...
- Fue pan comido. Tendrán que esforzarse al máximo para poder con la Reina.
- ¿Eres consciente de que solo nos estaban valorando, no? Esa no es ni por asomo su fuerza real... -apuntó Jeanpo, bajándola de las nubes.
- El poder que sentí en mi interior también es muy superior al que mostré... -dijo la chica con voz inicua- y no dejaré que hagan daño a mis amigos...
- Pues yo desfallecí y no lo pudiste evitar...
- ¡Pero no te asesinaron! ¿Crees que no lo intentaron?

Un brillo extraño y triste relució en los ojos de Srynna y su voz tembló, por lo que Jeanpo supo que era el momento de guardar silencio.


La tarde pasaba apaciblemente y el grupo comenzaba a ponerse nervioso. Wherynn se preguntaba con melancolía dónde estaría Ikcn, si sabría del ataque y qué haría al respecto. ¿Vendría en persona a matarlos? ¿Se rebelaría contra su grupo en medio de la cruenta contienda entre los dos bandos? Era un Snape de la vida, quién podría saberlo...

- ¿En qué piensas?
- ¿Sinceramente? En el Nöh... 
- ¿El hermano de Thöw? -preguntó el guerrero, no muy convencido.
- Ya sabes que Thöw confía en él después de lo que vimos en el templo...
- ¿El templo?

Wherynn enmudeció. No podía revelar nada de lo ocurrido allí.

- Tú... ¿Cómo es el conciliábulo? Ellos...
- No...
- Ya, ya lo sé. Es solo que... ¡Eh! ¿Qué es eso?

Wherynn tenía la mano izquierda apoyada en la rodilla y una luz emanaba de ella.

- ¡Thöw! ¿Qué pasa?

El mago corrió a su lado y contempló el Mapa Cósmico. Algunas líneas se difuminaban y las constelaciones parecían estar cambiando de lugar.

- Algo está ocurriendo. El destino está cambiando.
- ¿Cómo?
- ¡Un viaje en el tiempo!

Todos miraron a Srynna, que parecía muy convencida de sus palabras.

- ¡Tal vez hayamos viajado en el tiempo con algún amuleto para evitar una catástrofe futura!
- ¿Pero a qué viene eso? -cuestionó el guerrero.

Los rayos de una tormenta comenzaron a iluminar el cielo.

- Los Nöh... Se aproximan -sintió Thöw. Algo... Algo ha cambiando. Lo noto...
- Tienen un poder... Tienen... No...

El mago y el Mapa Cósmico se miraron aterrados. 

- ¿Qué demonios..?
- La Quintaesencia...


Y el tiempo se detuvo. La Quintaesencia tenía forma, era corpórea. Majestuosa. Invencible. Incluso los rayos se quedaron inmóviles en el cielo ahogados en un agónico grito de terror mudo. Los elegidos se quedaron estáticos, contemplando el horror de la perfección. Y el Mapa Cósmico había cambiado por completo en la palma de Wherynn sin que ella ni Thöw se hubieran percatado de lo que aquello significaba...



Dedicado a Jeanpo, ¡feliz cumpleaños Éomer!

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