01 enero 2019

The Nightmare in the Maelström

¿Se encontraba en un sueño? La nebulosa que la rodeaba era de una belleza indescriptible. Anaranjada, rosada, con ciertos matices grises y tonalidades que no era capaz de precisar. Veía estrellas brillando azuladas en su interior, y el firmamento negro a través de sus nubes de polvo. ¿Era un lugar donde nacían las estrellas o un cementerio de astros extintos o en proceso de extinción? Su hermosura no dejaba lugar a dudas. Aquel lugar no podía ser el fin.

Miró a su alrededor y su visión remota la llevó a vislumbrar un cinturón de astros. Conocía aquellas estrellas: Alnilam, Mintaka y Alnitak. Se alejó un poco y vio a Betelgeuse, el hombro derecho del cazador. Luego a Bellatrix, su hombro izquierdo. 

Se encontraba en La Gran Nebulosa de Orión.


Abrió los ojos con los dulces rayos del sol. ¿Cuánto tiempo había dormido? La joven se incorporó y el manto que la cubría se deslizó dejando ver sus ropajes cobalto. Se sentía aún como si estuviera en su sueño, en la nebulosa, en el origen de todo... Había leído numerosas leyendas acerca de aquella constelación, como se creía que era el origen de la vida y cómo había sido venerada por las culturas antiguas alrededor del mundo durante miles de años... Según la mitología egipcia, los dioses descendieron del cinturón de Orión y Sirius, la estrella más brillante del firmamento. Orión estaba para ellos vinculado con la creación. Los círculos de piedra tenían una intrincada alineación a las estrellas de la constelación...

Se perdió en sus pensamientos recordando fantásticas leyendas que había leído en antiguos tomos de la biblioteca de su castillo. Por un instante se preguntó qué hacían allí, si sus padres temían la magia. ¿Tal vez simple curiosidad? ¿Algún presente que no pudieron rechazar? ¿O realmente creían..? No, eso era imposible. Habían renegado de ella cuando mostró sus poderes, de modo que odiaban la magia tanto como el resto de mortales. ¿Entonces que hacían aquellos volúmenes en una repisa oculta de su fortaleza?

Sêdnä sacudió la cabeza y se dirigió a la mesa, donde unas apetitosas frutas, pan recién horneado, pastelillos de vivos colores e hidromiel con leche la esperaban. Aquella mujer era un sol, le había dejado el desayuno para cuando despertara. Tomó uno de los pastelillos y lo mordió. Su sabor dulce tenía un toque especial que no era capaz de identificar. 
Miró por la ventana. Los habitantes del pueblo parecían ocupados en sus quehaceres con los huertos, las casas, y todos sonreían felices y aparentemente libres de preocupaciones. Ämsyar… Seguía sin recordar dónde había leído aquel nombre.

Un rato más tarde se sintió lista para acudir a la cita en la estatua de la diosa. Realmente con la luz del sol se parecía a su rostro, aunque el de la joven se le antojaba mucho más hermoso. Acarició con suavidad el amuleto del árbol de la vida de plata que ahora pendía de su cuello. 
La mujer canosa la esperaba al pie de la estatua rodeada de niños. El altar de la efigie estaba cubierto de hermosísimas flores y no pudo evitar sentirse muy halagada. 

- ¡La diosa ha llegado!

El silencio se hizo en el pueblo y todos sus moradores parecieron acudir a las palabras de la señora. Lady Blue guardó silencio.

- ¡Acercaos, no seáis tímida! 

Los habitantes del pueblo se arrodillaron mientras Sêdnä, sonrojada de vergüenza, se aproximaba a la estatua. Algunos arrojaban pétalos a su paso y sonreían emocionados.

 ¡Por fin tenemos a Sêdnä, la bruja de Yör y descendiente de la mismísima diosa de Orión en nuestra aldea!

La joven guardó silencio. ¿Ella, descendiente de la diosa? Eso era imposible.

- Yo solo soy...
- … Una joven humilde de grandes poderes con la que la vida ha sido injusta. Pero los grandes caracteres se forjan en las desgracias. Y tu vida, pequeña, no ha sido nada fácil...

Unas lágrimas errantes afluyeron a los ojos de Lady Blue, que pestañeó. 

- Nuestra joven bruja precisa recuperar la fe y sellar el velo de los muertos -se oyeron algunos gritos ahogados que parecieron entremezclar miedo y emoción. Todos cometemos errores y algunos son fatales, pero la comprensión del más allá es algo indispensable para una bruja de su condición antes de poder viajar astralmente a su realidad -dijo con solemnidad la señora.
- ¿"Viajar astralmente a mi realidad" ? Creo que no os comprendo... -titubeó Sêdnä.
- Tú perteneces a Orión, pequeña -reveló la mujer. Eres una heredera de los dioses primigenios que dieron la vida  a nuestro hogar. Pero sus descendientes ya les han olvidado y muchos han sido malditos en el largo camino de la humanidad...

Sêdnä meditó. ¿Tendría que ver con su sueño? No había visto dioses ni rastro de vida en aquel lugar, solo el vacío de la inmensidad del universo y la belleza de sus estrellas...

- Los Dioses regresarán y nos guiarán en el camino de la magia, para que el poder no sea ostentado solo por unos pocos elegidos y la paz y la sabiduría más pura puedan al fin reinar en este mundo.
- No queda ya nada ahí arriba...

Todos los habitantes de Ämsyar la miraron fijamente, amedrentados. Se oyeron gritos de sorpresa y profundo disgusto. La joven se arrepintió de sus palabras.

- ¿Qué quieres decir, jovencita? -preguntó la anciana, que de repente parecía menos amable.
- Yo... He visitado ese lugar en sueños esta noche y no... No hay nada. Solo estrellas, polvo cósmico y silencio.

El paisaje cambió. Los cielos se nublaron y una lluvia de cristales comenzó a caer sobre Ämsyar. Los niños gritaban asustados y los adultos alzaban los brazos desesperados.

- Has traído la maldición a nuestro pueblo. Nos has traicionado, pequeña bruja del demonio. ¡Nosotros te adoramos desde hace milenios! -gritó la señora, revelando su verdadera apariencia. La piel se le derritió en la cara y mostró un rostro terrible de color cenizo con dientes retorcidos y pelo exiguo de tono verdoso. Las casitas retorcidas del pueblo se oscurecieron y se volvieron malignas, espeluznantes. 
- ¿Cómo puede ser, si apenas paso de la veintena? -respondió Sêdnä, ajena a la lluvia de vidrios que llenaba lentamente las avenidas con la sangre de los Ämsyar.
- ¡Tú nos has traicionado! ¡El linaje maldito de Yör ha venido! ¿¿Por qué nuestros dioses nos han abandonado?? -lloró la horrible mujer tiñendo de rojo su rostro.
- ¡No lo sé, no sé nada! ¡Lo siento! -Sêdna se desesperó e intentó conjurar hechizos que pudieran proteger a los aldeanos pero fue en vano. La lluvia de los cielos de Orión era más poderosa que ella y la tormenta se desató. Los niños perecieron en tremenda agonía y los habitantes del pueblo gritaron su furia contra ella. Lady Blue corrió por las calles huyendo del desastre, pero no podía dejar la blasfemia tras de sí, la acompañaría por siempre. Sus ropajes se rasgaban pero su piel parecía inmune a la caricia de muerte de la lluvia.
- ¡Yo os... maldigo, Diosa... infernal! ¡Que... vuestros pecados... sean... castigados..! -exhaló la mujer con su último aliento. Sêdnä lloraba inconsolable mientras corría hacia las afueras del pueblo cuya perdición había sido solo su culpa. Se dio la vuelta un instante y pudo ver la destrucción de aquel océano que caía de los cielos. Su estatua había caído y se había roto en mil pedazos...


- ¡Gran Diosa!

Sêdnä abrió los ojos. Uno de los niños, el que le había regalado el amuleto, la miraba preocupado y triste. ¿Qué había ocurrido?

- Sois portadora de terribles pesadillas, pequeña... -dijo la señora de cabellos canosos, que cuidaba de la lumbre. Sêdnä comenzaba a entender... ¿Todo había sido un sueño? 
- Yo... -la joven se dio cuenta de que tenía el rostro lleno de lágrimas. Se las limpió y por un momento un escalofrío le recorrió la espalda al ver su tonalidad rojiza. Solo era el fuego. 
- Los espíritus que os acompañan, por bien que quieran haceros, os provocan esos sueños negativos portadores de sendas mentiras...
- ¿Los espíritus que..?

Miró en la estancia y el corazón le dio un vuelco. En una de las sillas, a la mesa, estaba sentada Ödyhn, que parecía más corpórea que nunca.

- La sacerdotisa desea protegeros más allá de lo imaginable, pero vuestros mundos han de permanecer separados hasta que llegue el momento de unirse...

La joven sacerdotisa se sonrojó de forma nacarada sintiéndose culpable.

- Lo siento, mi señora. Me alejaré de vos si así los deseáis, pero eso no alejará las pesadillas. He forjado un lazo con vos que ya no puede ser roto, la magia de la Atlántida tiene ese efecto en los mortales... -se disculpó.
- No pasa nada... Mi culpa, mi error, fue abrir el sello -lamentó Lady Blue- y solo yo merezco ser castigada... Pero no quiero portar mi maldición a nadie más. Debo irme.
- ¡No! -exclamaron varios niños que entraron justo en ese instante por la puerta.
- ¡No nos dejes, diosa!
- ¡Siempre te hemos esperado!

¿Siempre?

La señora se giró, dejó de revolver en el puchero y la miró. Sêdnä pudo ver en sus ojos una sabiduría que no podía ser acumulada ni en mil vidas.

- Nunca podríais hacernos daño, pequeña diosa. Jamás temáis por eso -la tranquilizó- pero si que debemos guiaron en vuestros sueños para que desentrañéis la mentira de la realidad. La bruja de Yör tiene poderes proféticos, pero su negatividad afecta a su juicio. ¿Qué verdad podéis decirme de vuestra pesadilla?

Sêdnä guardó silencio tratando de concentrarse. La única verdad era....

- Orión. La Gran Nebulosa de Orión. La Nebulosa de Mairan y Cabeza de Caballo -dijo segura de sí misma sin ser consciente de que había nombrado cuerpos estelares que no serían descubiertos hasta mucho después.

La señora sonrió complacida.

- Ensis... Debéis percibir la belleza en medio de la oscuridad. ¿Qué más podéis decirme de vuestro auténtico viaje astral?

La joven no quiso decir nada. ¿Se volvería todo tan horrible como en su sueño? No quería que Ämsyar sufriera por sus imperfecciones. Miró a Ödyhn, que no se encontraba en su sueño. No tenía nada que temer.

- Yo... Creo que estoy lista para ir a la estatua -dijo sin saber por qué. La señora sonrió enigmáticamente. 


Dedicado a Sedna, ¡feliz cumpleaños reina!

2 comentarios:

Sedna dijo...

Millones de gracias por tu regalín anual. De corazón te digo que espero que no falte. Muuuuua <3 <3 <3

Whers dijo...

A mi siempre me gustará escribir y cuando no, le daré un final digno! :)