28 diciembre 2015

Is it true?













Tenía que escabullirse sin que nadie le viera y regresar antes de que se dieran cuenta. Nadie podía saber que iba a encontrarse consigo mismo para darse... para que le dieran una poción y convertirse en lobo. Si el chamán se enterara de aquello... 


Orav se esperaba junto al arce frondoso. Recordaba que aquella tarde se había encontrado con un lobo, por lo que su yo niño debería enfrentarse a él solo y mostrar al animal que era digno de llevar su sino. No podía cambiar el curso de la historia más de lo que ya lo había cambiado, así que solo podía esperar y confiar en el pequeño Orav. 


El niño caminaba ágil por el bosque. Conocía bien sus senderos y algunos atajos, llegaría enseguida al arce y recibiría de sí mismo la poción. No podía parar de sonreír. Su amiga dejaría de llamarle "el gran mago de la aldea" y vería que realmente se convertía en un lobo, pero no exiliado. Sería un héroe...

Un sonido hizo que se detuviera. Miró alrededor pero no vio nada, por lo que siguió caminando. El ruido sordo continuaba, y cuando se giró ahogó un grito. Un lobo negro de gran tamaño se aproximaba lentamente hacia él y le miraba con sus grandes ojos ambarinos. Sus pisadas dejaban huellas en la fina capa de nieve, y al ver que su presa le había visto, se detuvo. Ambos se miraron fijamente. Orav no quería apartar la vista, en parte porque el lobo le parecía majestuoso y nunca había tenido uno tan cerca, y en parte porque no sabía qué hacer. Su abuelo le había prevenido y ahora... Un pensamiento repentino hizo que se sintiera más tranquilo y confiado. Había llegado a mayor. Aquel lobo no le iba a hacer daño (al menos no mucho), porque si no no hubiera sido capaz de viajar al pasado. El pequeño se irguió y miró al lobo. Hubiera jurado que el animal le hacía una leve reverencia, pues bajó su gran cabeza para después retirarse lentamente dándole la espalda. Orav suspiró. 

Un poco más tarde llegó al arce, donde su yo adulto le esperaba.

- ¡Pequeño! ¿estás bien? -exclamó Orav, más tranquilo ahora que le había visto llegar sano y salvo.
- Si... no me dijiste que vería un lobo. 
- No puedo cambiar el curso de la historia, pequeño -dijo el adulto.
- Pero ya lo has cambiado viniendo aquí... 
- No. Cuando era niño, yo... es decir, el Orav adulto... vino y me dio la poción para convertirme en lobo y en el guerrero que soy ahora.
- Pero... en algún momento, "nosotros" tuvimos que cambiar la historia. En algún momento hubo un Orav niño que creció y descubrió la poción, y supo que tenía que dársela a su yo niño para que se volviera lobo... pero ese niño que ya era adulto no tuvo la poción de niño...

El Orav adulto recordaba haber tenido esa conversación con su versión joven.

- Tienes mucha razón, pero eso no nos atañe ahora. Toma -dijo tendiéndole una botellita de cristal roja-  aquí está.

El niño la contempló, fascinado. Podía ver chispas que relucían en su interior, a pesar de que la luz del sol no iluminara aquel día tan nublado.  

- ¿Y qué tengo que hacer? -preguntó ilusionado el pequeño.
- Aún eres muy joven, deberás esperar unos años para tomártela.
- ¿Qué? -protestó- ¡pero me dijiste que había maneras de crecer! ¡que podría convertirme en un lobo y ser un héroe! -el niño estaba muy enfadado.
- Lo se, pero todavía no es el momento. La aldea se verá asediada... y entonces tú te tomarás la poción, sabrás cuando hacerlo. Entrénate con la espada, busca algún guerrero que te enseñe el arte de la guerra y aprende mucho. 
- ¡No quiero! ¡Quiero ser un guerrero ya!

Orav sonrió. Era muy inmaduro, pero solo era un niño, no podía culparlo. Recordaba las ganas que había tenido de ser un gran paladín, el adalid del pueblo, que su nombre se oyera y temiera (¿por qué no?) allá dónde fuera... 

- Tranquilo, todo a su tiempo. Ya ves lo grande que soy ahora...
- En realidad no veo nada -retó el pequeño, frustrado.

El joven desenvainó su espada y le hizo una demostración, que dejó al niño sin palabras y a algunos árboles desprovistos de ramas.

- Está bien... ¿Me recomiendas a algún guerrero en particular?
- No, el que más te apetezca. Busca alguien con quien conectes, que esté dispuesto a ser un buen maestro y tenga mucha paciencia y sabiduría a sus espaldas. No te dejes seducir por el oro ni las riquezas, el mayor tesoro está en tu corazón.
- Qué "superferolífico" soy...
- Jajaja, ¿y a ti quién te ha enseñado esa palabreja? Se dice "superferolítico". Mi tiempo aquí ha finalizado -dijo mirando al horizonte con la mirada perdida- debo volver a mi época. Ha sido un placer conocerte, pequeño Orav. 

El joven le dio la mano y el niño se la estrechó un poco enfurruñado.

- No volveremos a vernos hasta dentro de mucho tiempo, cuando seas mayor y me visites... no lo olvides, el círculo eterno.
- Si, si, me acordaré... Seguro que en su momento lo sabré -se mofó el niño, a lo que el otro rió.

Orav desapareció entre los árboles y el niño permaneció solo durante unos instantes, en los que se cercioró de que el guerrero no iba a regresar.

- Bien, si tengo que seguir a mi corazón... me pienso tomar la poción ahora mismo.

Dicho y hecho. El niño abrió la botellita, cuyo líquido se volvió aún más chispeante al contacto con el aire, y se la tomó de un solo trago.



Dedicado a Álvaro, ¡feliz cumpleaños jabalíii!

27 diciembre 2015

Hunab K'u

- "Al igual que otras poblaciones de la región andina, los incas creían que la vida continuaba tras la muerte. Los muertos entraban a formar parte del misterioso mundo de los huacas, término que designaba genéricamente a todo aquello (amuletos, ídolos, santuarios) que guardaba conexión con un poder sobrenatural, con una fuerza oscura". Bla, bla, bla... "morada confortable, ajuar adecuado...", "si no se sentían agusto o se veían abandonados arrastrarían el alma de un pariente que les hiciera compañía...", bla... "chulipas, torres redondas o cuadradas que se construían con gruesos bloques de piedra superpuestos", "embalsamados en posición fetal o sentados, mantas tejidas que son obras de arte, si el difunto tiene cierta jerarquía se les ponía una máscarilla de oro..."
- Este tenía "cierta jerarquía" fijo... -interrumpió uno de los arqueólogos contemplando la estancia.

Pichu le miró un instante y continuó leyendo.

- "Alimentos... cuenco... herramientas cotidianas... objetos a los que había mostrado afecto..." y eso es todo -acabó de leer.
- ¿Cómo puedes tener cobertura aquí? -se extrañó una de las arqueólogas.
- Mi móvil es insuperable. Para la tecnología actual.
- ¿Y siendo un experto no podías simplemente contarlo? ¿Tenías que leerlo?

El joven arqueólogo lanzó una mirada furibunda a su compañero.

- Probablemente nos hallamos ante una tumba de alguien de noble estirpe... 
- No me digas...
- ¿Tienes algún problema?

El arqueólogo del que sospechaba sonrió de medio lado y negó con la cabeza.

- Pues a mi me parece que sí, siempre me cuestionas -corroboró Pichu.
- No te estoy cuestionando... Simplemente... dudo de... tus capacidades -respondió el arqueólogo arrastrando las palabras.

El pokémon Pichu encendió sus mejillas con pequeños rayos y Pichu sonrió. 

- No te voy a echar de la expedición... todos sois sospechosos, no me voy a deshacer de ninguno de vosotros... -al carajo el plan, se sentía seguro de sí mismo y su instinto le decía que era correcto desvelar sus planes. Aunque pareciera poco lógico.
- ¿Todos sospechosos de qué? -preguntó una de las chicas.
- Faltan enseres y apuntes... 
- Es por la maldición.

Pichu miró a su arqueóloga favorita. La única de la que realmente no sospechaba, lo que la hacía aún más sospechosa a sus ojos. Si alguno de ellos fuera mayordomo todo sería más fácil... ¡Oh! ¡ya se volvía a desviar del tema!

- ¿Qué maldición? ¿Esa que mencionasteis ayer? -preguntó alguien.

El joven, casualmente, miró a otro de los arqueólogos, y vio que movía los labios articulando las palabras "galleta no seas tu vida" a su compañera. ¿"Galleta no seas tu vida"? 

- Galleta...
- Genial, ya se ha vuelto loco otra vez... -suspiró el arqueólogo, contento de poder seguir desacreditándolo.
- ¡Cállate, no seas estúpida! ¡Prendedlo! -gritó Pichu eufórico señalando al chico. 

Nadie se movió y el joven le miró como si no estuviera en sus cabales, aunque algo inquieto.

- ¡Pichu, ataca! ¡pero no le hagas daño!

A pesar de la confusa orden, el pequeño pokémon saltó y le lanzó una descarga eléctrica al chico lo suficientemente fuerte como para hacer que se desmayara. Los demás arqueólogos miraban al Pichu humano entre horrorizados y temerosos. 

- ¡Se acabó de miramientos! ¡Si no queréis que os desmaye uno por uno, más vale que habléis! -amenazó el joven con rostro crispado.
- Tu amiguito parece no aguantar su propia electricidad... -observó el arqueólogo del que sospechaba. 

Ciertamente, el pokémon lloraba silencioso y se abrazaba a sí mismo. Pichu se enterneció, lo cogió en brazos y lo acunó cariñosamente. 

- ¡Hablad, insensatos! -lo de hacer de malo le estaba gustando mucho, aunque copiara frases a otros que ni siquiera eran malos... ¡concéntrate, Pichu!
- Es por la maldición -repitió la chica- pierden noción de sus actos, actúan a través... de la voluntad de otro... -explicó.
- ¿No será que alguien es sonámbulo por aquí? -preguntó alguien.
- ¿Y tú cómo sabes...? -empezó Pichu, que no quería revelar todo lo que sabía en aquel momento.
- Lo he leído... en tu diario -reconoció. Pichu puso cara de decepción. ¡Su arqueóloga le había engañado! 
- ¿Y qué hacías husmeando en mis cosas?
- Es que... estaba limpiando... y se cayó, y me pudo la curiosidad... ¡pero yo no he robado nada! -exclamó ante las miradas acusadoras del resto.
- ¿Y crees que... está bajo los efectos de la maldición? -susurró Pichu con voz trémula.
- Creo que la clave para saberlo está en esta cámara. Aunque si recomiendo que le maniatemos antes de que despierte...

Dos de los arqueólogos sacaron unas cuerdas y ataron al joven, que permanecía desmayado.

- Bien hecho, Pichu -alabó el joven arqueólogo en voz baja al pokémon- estate atento a mi señal y no te hagas daño...
- ¡Pi!


Dedicado a Javier, ¡feliz cumpleaños bloggero!

25 diciembre 2015

Happy Christmas

¡Felices fiestas y próspero año nuevo!


Dedicado a mis amigos, ¡sois los mejores!

19 diciembre 2015

Avalanch*e*

Los chicos miraron a Thöw, cuyo semblante se había puesto muy serio.

- Los Nöh nunca juegan limpio. Tratarán de robaros la piedra y lo harán sin contemplaciones. Si tienen que mataros, no dudarán en hacerlo.

Jeanpo miró a las chicas con expresión de superioridad. A ver si por fin se los tomaban en serio.

- ¿No les importa ir dejando huellas en una época que no les pertenece? Me refiero, si yo viajara a otro tiempo y me fijara un poco en las costumbres... -reflexionó Wherynn.
- ¿Y qué tienen que perder? Volverán a su época o conquistarán la vuestra, y cuando ellos rijan vuestros destinos no tendrán que darle cuentas a nadie...
- No entiendo lo del pergamino.

Thöw miró a Srynna, que parecía haber cobrado madurez al recibir sus poderes. Jeanpo sonrió satisfecho.

- Si vienen a conquistarnos... ¿por qué prevenirnos? No lo entiendo...
- A decir verdad... yo tampoco -reconoció el mago. Supongo que pretenden minar vuestra confianza y hacer que les temáis.
- Ya les tememos -dijo Jeanpo.
- Bueno... -susurró Wherynn.

El mago la miró y por una vez la joven no supo qué quiso decirle. Parecía saber algo que esta vez no quería compartir con ella. Decidió no darle importancia, confiaba en él.

- No tardarán en dejarse ver... 
- Si, nos vigilan con la ardilla cotilla -recordó Srynna.
- No bajéis la guardia y confiad en vuestros poderes. Serán más potentes cuanto más amenazados os sintáis, pero no fluirán bien si os dejáis dominar por el pánico.

Wherynn y Jeanpo miraron de soslayo a Srynna, que notó sus miradas y se ofendió.

- ¡Puedo dominarme! ya os vale... Luego os quejaréis de que soy demasiado sanguinaria...
- A ti te reclutan en sus filas fijo. ¿No dijo Jeanpo que eran el clan más sanguinario de no se qué? -trató de recordar Wherynn.
- El clan más sanguinario que había existido -apuntó el joven.
- ¡Antes de las armas nucleares! Si, ahora me acuerdo -sonrió Wherynn.
- En fin, no puedo deciros nada más. Me retiraré hasta que suene el cuerno de la batalla.
- ¿Eso es metafórico o..? 
- ¿Por qué tienes que irte..? -preguntó Srynna, suspicaz.

El mago sonrió.

- Tomad estas piedras -dijo tendiéndoles unas gemas- disponedlas en círculo y os servirán para que los humanos no vean cómo os adiestráis con vuestros poderes, pero no os protegerán. No soy un enemigo -dijo mirando a Srynna- pero otras épocas me reclaman. Por eso vuestra amiga lleva un mapa, solo invocadme y vendré. Basta con que penséis en mi y pronunciéis estas palabras. Les dijo una retahíla de palabras complejas que tuvieron que repetir varias veces hasta memorizar y tras eso se retiró. Los jóvenes se miraron unos a otros.

- Bueno... por mi parte voy a recoger algunas ramitas para la hoguera, con tanta lluvia lo mejor será aprovisionarse antes de que empeore el tiempo -Wherynn miró al cielo, que estaba muy nublado y amenazaba lluvia, aunque por el momento había cesado- Así que os veo en un rato.
- Mhmhm... no quiero que os ofendáis... pero lo de "adiestrarse en vuestros poderes" creo que va por vosotras... -titubeó Jeanpo, tratando de evaluar las posibles reacciones de las chicas.
- Por mi vale, quiero destrozar piedras. No me voy a meter con los pobres arbolitos... -dijo Srynna mirando al recientemente florecido árbol.   
- Yo practicaré más tarde, no me fio de la puntería de Sry... ¡Os veo enseguida!

Wherynn se alejó del claro y Jeanpo la siguió con la mirada. Por lo que la conocía parecía tener una innata capacidad para mantener la mente fría en momentos arriesgados. Estaría bien. 


La joven disfrutaba de aquellos momentos de soledad paseando por el parque cuando no había nadie más. Se había puesto a cantar suavemente mientras recogía ramas y se sentía como una criatura mágica en un mundo de fantasía épica. Miró el mapa de su mano izquierda y sonrió. La elegida. 
Un ruido diferente hizo que se pusiera en guardia. Había oído crujir algunas ramas y supuso que sería algún animal o algún fruto cayendo de los árboles, pero de todas formas miró a su alrededor buscando el origen del sonido. Entre los árboles vislumbró una silueta alta y encapuchada de negro que se aproximaba a ella. La miró fijamente y su instinto le dijo que no se moviera, que estuviera atenta y lanzara su fuego en el momento preciso si fuera necesario. La figura quedó a pocos pasos de ella y se retiró la capucha. Era un joven serio, de profundos ojos castaños que casi parecían negros, pelo desgreñado, nariz prominente y labios carnosos.
Emanaba un inmenso atractivo, y, sonriendo sutilmente, comenzó a hablarle. Tenía una voz grave y melodiosa, tan atractiva como el encanto que el mismo desprendía. Le contó una historia extraña en una lengua lejana que ella entendía. No podía apartar la vista de ese joven, y se concentró en sus palabras, en el relato que le describía, en la preciosa sonrisa que le dedicaba por momentos y en todos y cada uno de sus movimientos. Tenía el increíble don de mantenerla pendiente de cada sílaba, de cada sonido, porque su voz era demasiado hermosa como para escuchar nada más. Porque su mirada era demasiado mesmerizante como para apartar los ojos de los suyos.

Cuando terminó su historia se puso muy serio, se echó la capucha por la cabeza y se fue como había llegado. Wherynn se quedó contemplándolo ensimismada hasta que desapareció, y cuando se cercioró de que nadie más podía verla, empezó a hacer muecas y gestos. 


Regresó con sus amigos, que notaron que algo significativo había ocurrido por su expresión.

- ¿Ha pasado algo? -inquirió Jeanpo, suspicaz.
- Creo... -dijo ella con un hilo de voz- que he visto a uno de los Nöh...
- ¿QUÉ? -se alarmó Jeanpo mientras Srynna chillaba un poco.
- Él... me ha contado una historia... y luego se ha ido... -continuó la joven, que parecía estar en su propio mundo.
- ¿Y tú qué has hecho? -preguntó a su vez Srynna.
- Mmhee mmjao lsbsrsgss... -murmuró ininteligiblemente su amiga.
- ¿Cómo? -se preocupó Jeanpo, que creía que podía estar hechizada.
- Nada, nada... Simplemente le escuché, no hizo nada más que hablar...
- ¡¡Te has enamorado!! 

Jeanpo y Wherynn miraron a Srynna, que la señalaba con un dedo acusador.

- ¡Qué me voy a enamorar! -rió Wherynn- ¡para eso tendría que conocerle! 
- ¡Estás muy rara! -siguió acusándola su amiga, cada vez más recelosa y segura de su versión.
- Es que... tenía una voz... Me ha dejado un poco hipnotizada, la verdad... -admitió.
- ¡Es su plan! Saben que eres nuestro mapa, la clave de todo, ¡van a tratar de que te pases a su bando! -predijo Jeanpo, desasosegado.
- ¡Qué va! su historia no tenía nada que ver con nada... -se defendió ella.
- ¿Qué te contó?
- No tiene importancia... 
- ¡No puedes dejar que vuelva a pasar! La próxima vez... -empezó Jeanpo.

Wherynn no pudo evitar sonreír levemente. Ojalá...

- Mira, no creo que sea tan malo. Quizá ni siquiera era un Nöh... 
- ¿Iba todo de negro con una capa?

La joven dejó de hablar por un instante.

- Bueno... si, pero...
- ¡¡¡Era un Nöh!!! ¡Eres muy afortunada de que no hubiera acabado contigo en ese preciso instante..! -exclamó el guerrero.

Wherynn miró a la lejanía. Un poco sí había acabado con ella... Volvió a sonreír y suspiró. 

- A ver, yo creo que... Bueno, vale, tenía pinta de "malvado" (un malvado muuuy sexy, pensó para sí) pero no creo que quisiera... Es decir... quizá es él el que no está ya en ese bando y solo quería... ¿advertirme..?
- ¿Tan bueno estaba? -preguntó Srynna curiosa, provocando las risas de Wherynn.
- En serio... no les escuches, tratarán de engañarte. No me puedo creer que hayas caído en una treta tan burda solo por una cara bonita... -se decepcionó Jeanpo, a la vez que empezaba a mostrarse un poco enfadado. 
- ¡No es eso! Dejadme a mi...

La joven se alejó despreocupadamente con las ramas para la hoguera en brazos y Jeanpo la observó detenidamente. Si querían el mapa de su mano y sus secretos, era posible que ya estuvieran un paso más cerca de conseguirlos.



Dedicado a Jeanpo, ¡feliz cumpleaños majo!

01 diciembre 2015

Visions (legacy) II


La cueva permanecía en silencio y sumida en una profunda oscuridad... Las sacerdotisas se reunieron en torno al aguamanil para comenzar su ritual visionario... Una imagen surgió en el agua, entre las ondas creadas por la sacerdotisa...  Una joven se movía por el desierto en busca de su destino... Un anciano joven, muy joven, le otorgaba una talla de su reino perdido hacía siglos en la inmensidad de la arena... La imagen cambió y lo único que vieron por un instante fue un hermoso cielo estrellado cuyo brillo contrastaba con la oscuridad de la noche sin luna... La joven se adentraba en una cueva iluminada por una antorcha, y pronto descubrió en ella unos grabados y símbolos rúnicos... Los acarició y brillaron momentáneamente allá donde su piel los rozaba. Varios quedaron marcados en su piel dibujando un mensaje cifrado... Eran las runas de su nombre y el que le había dado a su alma, entre otras que aún no alcanzaba a entender... Los vientos antiguos la reclamaron y la imagen volvió a cambiar. Un paisaje de hielo ocultaba un pueblo entre sus dunas de nieve... Un tótem con símbolos lunares y zodiacales... Unas pieles que narraban la historia de la aldea... Un puzzle de tres piezas con forma de estrella... Y un pequeño universo a escala oculto en una caja ornamentada...  La imagen cambió y mostró una ciudadela medieval de piedra de antigua belleza y perfección. Tres sabios la esperaban en un patio para guiar su búsqueda del conocimiento sobre aquel lugar... su historia... su exilio en el desierto... La joven dejó la talla de madera en la ciudadela y la imagen cambió en las ondas del agua, que se unieron a las olas del mar en su próximo destino... Una cueva misteriosa de cuyo interior procedía un canto de sirena y una melodía instrumental... Visiones de su pasado, sacerdotisas de las runas y el oráculo... La joven dejó custodiado su universo y la imagen cambió por última vez descubriendo una bella isla rodeada de niebla... El destino de su corazón iluminado por las runas de su espíritu...


Continuará...

24 noviembre 2015

Sounds of Astralia

Hacía tiempo que no percibía el mundo de Astralia como antaño. Ideas fugaces, pensamientos caóticos, imágenes fragmentadas... Como ser de Astralia (aún era un ser de Astralia y siempre lo sería), sabía que no podía forzar sus portales, pero deseaba con toda su alma que aquella realidad se le revelara como lo hacía en el pasado...

Creía en todas las teorías sobre su origen, aunque ella misma no podía decir cuál era su esencia. La teoría del mundo eclipse la conocía porque Astralia se había revelado ante ella hacía años y le había otorgado la visión; Una visión poco nítida, pues era un ser iniciático, que se había ido profundizando a lo largo de su camino como escritora de historias. En un principio creía crear nuevos relatos gracias a la influencia de aquel mundo, que agudizaba su imaginación y creatividad hasta límites insospechados. La teoría de las esferas. Sin embargo, su forma de narrar se había vuelto muy fluida y siempre le había parecido que no precisaba pensar para escribir. "Las historias se escriben solas", había dicho en tantas ocasiones. Por ello descubrió la teoría de las eternas historias, escritas por un ser supremo, que ella solamente canalizaba para que llegaran al mundo mortal, donde se volvían inmortales.

En cambio, hacía tiempo que esas historias llegaban fragmentadas, tanto que en ocasiones no sabía cómo escribirlas. Astralia parecía alejarse de ella, pero sabía que era su mundo, que nunca la abandonaría del todo. Tenía la sensación de haber demostrado ser digna de aquella visión, pues incluso encontraba historias ocultas en las melodías de su mundo. Tal vez ese era su auténtico destino, descifrar la música para mostrar el reino de Astralia a los seres mortales. Y aquello explicaría por qué últimamente solo la música lograba ponerla en sintonía con aquella realidad... 


Dedicado a los seres de Astralia.

18 noviembre 2015

Not strong enough



Dedicado a Borja, ¡feliz cumpleaños!

09 noviembre 2015

Drunk on shadows

El oráculo se encontraba en la montaña, rodeado de rocas de las que fluían manantiales de agua fresca, donde se reunían las deidades. En sus fuentes podían verse diosas menores del canto y la poesía, las musas, y ninfas de las fuentes, hermosas náyades. Mi visión mortal no las veía, pero mi espíritu las sentía. Cerca de mi, y a la vez muy lejanas. 

Caminé sin rumbo en busca de la sacerdotisa del templo sagrado. Solo el elegido, el que busca su camino, en perpetua soledad interior. Un alma sin nombre en un mundo sin luz. Había dejado de sentir la naturaleza y de percibir su hermosura, me rodeaba la oscuridad eterna y solo me guiaba aquella luz de esperanza que no somos capaces de abandonar mientras seguimos con vida. Y me sentía vivo. Rodeado de oscuridad, pero vivo. Mortal.

Di con el santuario cuando dejé que el instinto me orientara hacia el sol. La luna de mi interior brillaba a plena luz, pero el sol era mi regente, mi sino, aunque la oscuridad no cesara de eclipsarlo. La sacerdotisa visionaria estaba quieta en un trono de madera con flores talladas. Me recordaban al disco solar, aunque a nadie más pudiera parecerle así. Cada uno tiene su propia visión de la realidad. Era una mujer hermosa, de larga cabellera negra y ataviada con un vestido en tono crudo muy diferente a los de mi época. Tenía un sencillo colgante con una perla dorada en su cuello y sus ojos estaban cubiertos por un trozo de tela transparente de encaje. La justicia era ciega, pero su visión atravesaba más allá. Estaba rodeada de una neblina que no opacaba su figura y tras ella un cielo tormentoso en tonos grises y anaranjados profetizaba el principio de una tempestad. Ella era el origen y el fin, la luz y la oscuridad, la vida y la muerte. La sacerdotisa del templo.

Me miró con sus ojos ciegos que veían más allá de las fronteras del mundo y alzó cada una de sus manos. La diestra tenía alhajas de todo tipo. Una estrella de David de seis puntas, la unión del cielo y la tierra, un pacto entre los amantes. Cruces cristianas y tal vez un rosario de perlas. El símbolo om, uno de los mantras más sagrados, el sonido primordial, origen y principio de las palabras y sonidos divinos y poderosos, la unidad con lo supremo, el símbolo de lo esencial. En la mano siniestra dos palomas emprendían el vuelo en un mismo rumbo...


Dedicado a Gabriel, personificación de la tranquilidad.

01 noviembre 2015

Visions (legacy) I


La cueva se encontraba sumida en un profundo silencio. El ritual visionario estaba a punto de comenzar. Cogí la esfera de madera, miré a mis hermanas y la hice rodar por el tablero. Caminó por el laberinto y juntas contemplamos la senda que dibujaba. El ambiente de la cueva cambió mientras la esfera circulaba... Hice rodar otra que tomó un rumbo diferente por el laberinto, un rumbo misterioso lleno de magia ancestral, un deseo aún no cumplido. La tercera esfera rodó y su movimiento se unió al movimiento primigenio de su hermana desde otro rumbo interior que marcaba el inicio del cambio. 

Una imagen surgió entre la neblina otorgándome la visión. Un reino al este donde siempre reina la primavera. Un lugar cubierto de bosques antiguos y misterios indescifrables. Un reino de suaves colinas y grandes prados, bellos ríos y senderos. Su soberano gobierna en armonía sobre la naturaleza, reflejo de su propia esencia, que le confía todos sus secretos. Por ello sus pensamientos se funden con el entorno que le debe su existencia hasta el final de los tiempos. Otra imagen diferente se apoderó de mi visión. Un reino al oeste donde siempre impera el verano. Un paraje montañoso con páramos cubiertos de brezo, pantanos y un valle. Un reino de viento donde la magia no tiene cabida a pesar de su belleza. Su monarca es un noble guerrero capaz de adoptar el aspecto de un hermoso lobo que aúlla en las noches de luna llena. Su carácter y su valentía, así como sus gestas épicas, le han otorgado un lugar entre los grandes reyes de antaño... 

La imagen se desdibujó en la niebla y reinó el silencio. La cueva brillaba con la luz interior de mis hermanas visionarias. Hice rodar la cuarta esfera y sonreí sicalíptica, el fuego de mi corazón ardía con fuerza. La quinta esfera rodó por el laberinto tomando un camino intrincado hacia rutas del pasado, la locura interior y la iluminación del caos. La última esfera que podía rodar en esta realidad por el laberinto fue hacia un rumbo de misterio y deseos ocultos. 

La visión me mostró el reino del noroeste y el del sureste. Un bosque otoñal y un paisaje de primavera al lado del mar. Conocía bien a su reina, pura magia e imaginación. Una reina de sueños y alma musical. Otra visión reveló el reino del suroeste, cubierto por un manto de nieve de belleza indescriptible. Su monarca reflejaba la pureza del lugar y ocultaba sus secretos tras cristal para que nadie los descubriera jamás. La visión me mostró el reino del norte. Un jardín otoñal con un lago, campos, ríos y suaves colinas. Su reina es una criatura extraordinaria con poderes inimaginables. Domina con justicia y sabiduría y su magia hace que su jardín florezca. Otra visión surgió para revelar el reino del sur y su eterno y suave invierno. Un reino de suaves colinas y bosques que rodean el valle donde se origina su magia, al lado del mar. Su soberana es la más benévola entre los monarcas, pues su alma es pura como el invierno que domina su reino. Su bondad no conoce límites y todas las criaturas de su reino la aman profundamente por su carácter compasivo...

La imagen se desvaneció en la niebla y el silencio de la cueva. Mis hermanas visionarias contemplaron el laberinto mientras hacía rodar la primera esfera por sus caminos insondables en el movimiento sempiterno de la hermandad. Cogí la otra esfera, que rodó hacia el misterio de la eterna búsqueda... 

La visión me mostró el reino del noreste y su verano. Un archipiélago paradisíaco que vi mientras rodaba la tercera esfera. Bosques de vegetación exótica y playas de arena dorada. Su carismático monarca domina con serenidad y elegancia sus islas. Las visiones se entremezclaron y revelaron el misterio de los sonidos de libertad que se oían en la antigüedad. Una mirada a una realidad ancestral que permanecía oculta en las brumas de la eternidad de un pensamiento...

La imagen se desdibujó en la niebla y la cueva se oscureció. Las hermanas visionarias iluminaban el lugar con su luz interior. Ninguna osaba quebrar el silencio del ritual y miraban al laberinto. Cogí la cuarta esfera, que rodó mientras la pasión encendía mi espíritu y dibujaba una sonrisa ígnea en mi rostro. Rodó la quinta esfera y su caótico recorrido profundizó el silencio en la cueva cambiando su atmósfera... Rodó la última esfera de esta realidad y su enigmático rumbo se perdió en el silencio de las visionarias...


Continuará...

28 octubre 2015

Karma

Los vientos de cristal le llevaron junto a ella al paisaje de nieve. El frío era intenso y lo único que podía oír era el sonido del viento a su alrededor. La vio caminar lentamente y el aire le trajo el conocido sonido de las campanillas que se movían con la brisa helada al compás de una dulce melodía que revelaban la cercanía del pueblo. Hacía muchísimo frío aquella noche y Däyn se arrebujó en su capa al mismo tiempo que lo hacía ella. Imaginó que también notaba aquella sensación de hielo en su rostro y manos, que quedaban al descubierto al igual que las suyas. 
Pronto vio el hermoso pueblecito entre las dunas de nieve, que a la suave luz de las estrellas brillaban con tonos azulados y enigmáticos. Cuando se acercó pudo ver que aquella noche sus habitantes no osaban permanecer fuera junto al viento helado. Däyn se ocultó tras una de las casitas y observó los movimientos de la joven. Ella fue hacia el totem en medio de la aldea y el joven se preguntó si conocería los símbolos que para él eran un misterio. Vio cómo los dibujaba con los dedos para después dedicarse únicamente a contemplarlos. El frío era tan intenso que creyó que se convertiría en una estatua de hielo si la joven decidía no moverse. Ella debió pensar algo parecido ya que se alejó del totem para ver las pieles que narraban la historia del poblado.

Una luz brillante lo distrajo por un momento y miró hacia el cielo. Una aurora boreal comenzaba a reflejarse por todo el firmamento. Era muy bella, quizá la más intensa que había visto jamás, con sus tonalidades vivas que recordaban a miles de arco iris. Miró el rostro de la joven, que parecía embelesada con tanta hermosura. Sonrió y la contempló junto a ella sin que lo supiera hasta que al cabo de un tiempo la aurora boreal desapareció sin dejar huella. 

El viento arreciaba y la joven decidió proseguir su camino entre las casas. Däyn la seguía cautelosamente en silencio, aunque sabía que el sonido del viento cubriría cualquier ruido que pudiera hacer. Justo en ese instante pisó una rama, que crujió bajo sus pies. La joven no pareció percatarse. 
Por fin llegó al extremo del poblado y vio el puzzle. Cogió una de las piezas, la que tenía grabada un sol, y a Däyn le dio la impresión de que la posaba sobre la nieve sin pensar. Después tomó la que tenía una estrella y la dejó a su lado. El joven vio cómo meditaba con la pieza de la luna para luego unirlas formando una estrella. Ambos sonrieron mientras la luz iluminaba el rostro de ella, lo había logrado. El puzzle relució y se abrió la pequeña oquedad. La joven tomó la caja de madera con adornos de cristal y al retirar la tapa vio que estaba vacía. La cerró y Däyn sintió que ella notaba aquella sensación de que algo pesado se movía en su interior. Volvió a abrirla y encontró la reproducción en miniatura del universo. Trató de tocarla, pero sus dedos helados la atravesaron, aunque si consiguió que flotara en su mano y se moviera con la escasa calidez que irradiaba su piel. Däyn la contempló admirado. Era más poderosa de lo que había imaginado. 

Una ráfaga de viento hizo que la joven alzara la vista y guardara la caja entre los pliegues de su túnica. Los vientos antiguos la reclamaban para llevársela a su próximo destino. Däyn esperó un instante a que desapareciera y la acompañó con los vientos de cristal.


La ciudadela medieval, hogar primigenio del Pueblo de las Dunas, era un lugar hermoso y fascinante. Däyn se ocultó tras una gran columna y aguardó. Vio que la joven contemplaba el enorme patio central y las ventanas que lo rodeaban. Tras ello, fue hacia la torre del reloj que custodiaba el patio y se fijó en las estatuas que lo guardaban. Debía de gustarle mucho la arquitectura del lugar, o simplemente deseaba conocer en profundidad todos los lugares que los vientos antiguos le mostraban. Al fin y al cabo era su camino, el destino al que estaba ligada. 
La joven comenzó a fijarse en las gentes que se movían por la ciudadela e inconscientemente Däyn se echó la capucha por encima. No quería que le viera, entre tanta perfección. Aquellas gentes parecían de otra época y realidad, pues eran tan elegantes y refinadas que encajaban a la perfección con la majestuosidad del lugar. Por alguna razón le hacían sentir pequeño e insignificante, mientras que a ella parecían hacerla brillar con luz propia. Mientras cavilaba, la joven comenzó a moverse y atravesó el patio hasta traspasar una puerta y desaparecer de su visión. Däyn suspiró. No podía acompañarla hasta allí sin que los sabios de la ciudadela se percataran de su presencia. De hecho, ya había ocurrido. Uno de los sabios, de ojos castaños y apuesto porte, se acercaba a él. Algo en su mirada le hizo quedarse estático en el lugar. Sentía que no hacía nada malo, solo era el guía secreto de una joven que debía cumplir su destino.

Cuánto tiempo había pasado, no podría decirlo. El tiempo había dejado de fluir durante milenios, quizá solo décimas de segundo, tal vez un instante más del que dura la eternidad. Däyn se perdió en los ojos del sabio, que le mostró tantas visiones y recuerdos que pensó que no sería capaz de volver a ser la misma persona que era cuando sus miradas se encontraron. Entre las profecías, las ilusiones y los espejismos encontró una pequeña parte de su esencia que había estado olvidada en su interior. Sonrió agradecido y parpadeó. El sabio ya no estaba a su lado. 

El joven paseó entre los muros de la ciudadela, esperándola. Admiró los capiteles tallados de las columnas, las estatuas que adornaban el patio y los grabados en lugares emblemáticos. Aquel lugar tenía una historia grandiosa que se remontaba muchos siglos atrás. Däyn sonrió con dulzura cuando llegó a la base de la torre del reloj. Un hueco revelaba un espacio donde su talla encajaba a la perfección. En aquel momento percibió una sensación extraña en los oídos. Alguien se acordaba de él. 
Tuvo la sensación de que la joven se acercaría pronto, así que volvió a ocultarse tras una de las grandes columnas. Como presagió, ella regresó al patio central y caminó hacia la torre del reloj. Encontró sin dificultad el hueco en la base y dejó allí su talla tras sonreír a los sabios. Uno de ellos, de ojos claros, la llamó por el verdadero nombre de su alma, lo que provocó un escalofrío en Däyn. Vio cómo las runas de su mano se iluminaban al contacto con la piel del sabio, cuya mirada era indescifrable. El joven sintió cómo el pequeño universo a escala cambiaba. Algunos planetas formaron conjunciones, una estrella fugaz cruzó parte de aquel cosmos y una nebulosa cobró vida. Supuso que ella también lo había sentido. Un viento helado acarició su rostro y la joven se dejó llevar de nuevo en su abrazo.

Los sabios le miraban fijamente, aunque no se había dado cuenta hasta unos instantes más tarde. El de ojos castaños le sonrió y se retiró, pero los otros dos avanzaron hasta él. Däyn se quitó la capucha y se dejó ver. Su pelo ondulado se movía con la fría brisa y por un instante se sintió empequeñecido ante los poderes de aquellos eruditos. Sonrieron como si adivinaran sus pensamientos y le guiaron hasta la puerta que la joven había cruzado sin él. Däyn les miró y supo que querían que descubriese aquel lugar por si mismo. Con otra sonrisa, los sabios inclinaron la cabeza y se retiraron.

Descendió por unas escaleras y traspasó otra puerta. Llegó hasta un patio con una fuente enorme en cuyo centro había una estatua de mármol que manaba agua incesantemente. Más allá había unos inmensos jardines parcialmente ocultos por la niebla, que se hacía más densa por momentos. Antes de que estuvieran totalmente cubiertos, el joven caminó sin rumbo hacia ellos, buscando aquello que debía ser suyo. 

Aquellos jardines eran laberínticos. El frío comenzaba a apoderarse de él y de nuevo se echó la capucha sobre la cabeza, esta vez para resguardarse de la brisa helada. Su aliento formaba pequeñas nubes con su respiración y la niebla le hacía errar por aquellos intrincados pasadizos. No entendía cómo las flores consentían en brotar con aquella helada, ni cómo la niebla las hacía aún más hermosas, cuando debía ser el sol el que las... hiciera florecer. Contempló las flores. Eran muy variopintas. Madreselvas, rosas, orquídeas, heliotropos, mimosas, pensamientos, artemisas, lirios... Aquel jardín era su alma, no había ninguna duda. Y precisaba del sol para iluminarlo. 

Lo había entendido.

Däyn sonrió y encontró el camino de vuelta hasta el patio de la fuente. Desde esa perspectiva, pudo vislumbrar un pequeño elemento que brillaba misterioso a la luz de la niebla. Era una madreperla. La tomó en sus manos y volvió a sonreir. Ya sabía dónde encontrarla.



Dedicado a Dani, ¡feliz cumpleaños salao!

17 octubre 2015

Wherynn's Inferno




Y entonces tus ojos inmortales sobre los míos

There's a curse between us, 
between me and you...

el veneno que fluye por la sangre de un suspiro

There's a curse between us,
between me and you...

la ponzoña que mana luz desde la tumba del olvido

There's a curse between us,
between me and you...








Dedicado a Paula, desde el infierno de la mente.

09 octubre 2015

All about us

Tenía que ser cauta y pensar con rapidez. Actuar impulsivamente no le iba a servir de nada. Aquella tonta solo quería divertirse un poco con ella, pero no le iba a dar esa satisfacción. 

- Bien, lo primero es cambiar un poco mi aspecto para poder moverme con libertad y que no me reconozcan... Veamos...

La meiga se trasladó al pueblo más cercano y se dedicó a ir de compras y cambiar su pelo. Estaba tan distraída con aquello que casi se olvida de cuál era su verdadero cometido.

- Ajá, con esta chaqueta de cuero y este nuevo peinado, aparte de más guapo estoy irreconocible. Ahora soy Sexy de Galleta. 

Una anciana que pasaba por el lugar la miró detenidamente para después alejarse a gran velocidad. Seguramente la había asustado hablando sola y refiriéndose a "sí mismo" como "Sexy de Galleta". Ahora solo le quedaba volver a encontrar al grupo e improvisar una actuación convincente para acercarse a ellos.


Los encontró bajo un tejo reunidos cerca de donde se habían materializado. Parecían absortos en una fascinante conversación, y no pudo evitar sentir cierta repulsión al ver cómo su homónimo coqueteaba con todos sus amigos. Incluso le pareció que flirteaba un poco con Princesa... Pobre chica, no tenía nada que hacer ante sus encantos. O los de Polvo de Galleta, vaya. ¡Qué jorror, qué terror!

- Como os decía, mis poderes son grandiosos y fascinantes. Puedo mover montañas, conjurar el tiempo y cautivar a todos los que me rodean -le oyó decir Märga a Polvo-. Puedo hechizar los elementos, embrujar los sentidos y encantar las esencias. Todo me pertenece, y pertenezco al todo. 
- Menuda labia tiene... -murmuró la meiga para sí.
- ¡Cuéntanos más, poderosa Märga! -suplicó Chico-chica, embelesado.
- ¡Queremos escuchar tus magníficas historias! -pidió Km3.
- Ojalá fuera tan hermosa como tu... -suspiró Princesa.

Märga no se lo podía creer. O Polvo de Galleta estaba tan hechizado que realmente se creía que era ella, o estaba echándole mucho cuento para presumir delante de sus amigos. No podría tener poderes a menos que alguien se los concediera, y empezaba a temer que Pänsy tuviera aquello entre sus planes... ¡Estúpida bruja..! Lo mejor sería acercarse y tratar de encajar en el grupo con su nueva apariencia. Esperaba que aquello funcionase...
La meiga se dejó ver entre las rocas y fingió contemplarse a sí misma con devoción. Polvo de Galleta sonrió complacido y los demás la miraron con recelo. Posiblemente no querían competencia para gozar de la atención que Polvo les brindaba. 

- ¡Hola..! ¿Vos... sois... la poderosa meiga de la que todos hablan?

Sus palabras parecieron ejercer el efecto deseado. El chico sonrió ampliamente, asintió y la invitó a sentarse junto a ellos. A Märga le costaba mirarse con veneración sabiendo que no se encontraba precisamente ante un espejo y que aquel tonto ocupaba su cuerpo. La adulación sería el único camino posible, sin embargo, así que jugó su rol con toda la maestría de la que fue capaz. 

- Estoy en el camino de recuperar mis poderes, que me fueron arrebatados cruelmente por vasallos indignos de mi condición... -le contó al poco rato el chico- Por una persona que de hecho se parece un poco a vos...

La meiga no entendía a qué venía aquella forma de expresarse tan medieval y grandilocuente de repente, pero decidió responderle de manera semejante.

- No me complace parecerme a un enemigo vuestro... pero sí a alguien sobre cuyos vuestros ojos se han posado.

Märga guardó silencio tras la frase, meditando que tal vez no tenía mucho sentido. Sin embargo, pareció encantarle a Polvo. Bien.

- ¿Queréis uniros a nuestra aventura? Sois bello y me encantaría conoceros más...

El sonido de desagrado que emitió Märga inconscientemente fue cubierto por los suspiros de protesta de los demás, viendo que empezaba a ser la favorita de "la meiga". Y por cierto, "sois bello", anda que no se quería Polvo... aunque había que reconocer que le había dejado bastante aceptable.

- ¿Y en qué consiste? ¿cómo pretendéis encontrar a ese joven?
- ¡Oh! bueno... cuento con magia de otras personas... una hechicera amiga mía, un encanto de chica.

La meiga sonrió a la fuerza. Un encanto de chica iba a darle ella...

- Nos encontraremos pronto en esta misma hondonada, cuando consiga atraer con mis artes al joven que me robó el poder.
- ¡Ah..! y... ¿cómo vais a...? ¿hacerlo?
- Ya lo he hecho. ¡Reducidlo!

Había subestimado al grupo. Entre todos la cogieron, la maniataron con una cuerda que ni siquiera sabía de dónde había salido y la sentaron en una de las piedras.

- Ahora... me vas a dar mis poderes. No hay vuelta atrás. Ríndete.



Dedicado a Marga, ¡feliz cumpleaños neni!

01 octubre 2015

Covered by roses

El amanecer teñía de rojo todo el paisaje con su suave luz. Lêandrö contemplaba el páramo perdido en sus pensamientos. Sus ojos buscaban las gotas de rocío, que con la claridad del alba creaban iridiscencias por doquier otorgando al bosque un halo mágico de impresionante belleza. 
Un ruido le distrajo. Entre la hojarasca se veía una esbelta figura que parecía aproximarse con la elegancia digna de las reinas élficas. Tal vez era una dríada, o una criatura del bosque. No se movía, pero avanzaba liviana hacia él. El príncipe se puso en guardia. El baluarte de su espíritu se desmoronó cuando la miró a los ojos. Eran de todos los colores, y oscuros como la noche. Azules, verdes, castaños... Sus ojos grises le devolvieron una mirada que heló la sangre en sus venas e inmediatamente se enamoró de ella. La sacerdotisa de sus visiones. La joven sonrió de forma siniestra y rió levemente con su risa aguda y macabra mientras señalaba hacia un punto indefinido del bosque. Lêandrö vio a través de los árboles y el ramaje un pequeño objeto que brillaba a la luz del sol. Una brújula.

El joven abrió los ojos. Estaba amaneciendo. Prôed yacía a su lado apaciblemente dormido. Aún era temprano y la noche anterior había pasado mucho tiempo descifrando los caracteres de los árboles, aunque no había logrado averiguar toda su historia. Se levantó con cautela, cogió su espada y se dirigió al interior del bosque. Sabía dónde encontrar la brújula, la sacerdotisa le había revelado el don de la visión.


La luz del sol brillaba con fuerza cuando Prôed abrió los ojos para después bostezar sonoramente. Miró a su alrededor y vio que su compañero no estaba. Confiaba en que hubiera ido a por algo rico para desayunar... Le costaba admitir que un guerrero pudiera tener tanto talento culinario, pero eso solo le hacía aún más especial. Vaya, ahora si se estaba poniendo "romántico". Tendría que tener cuidado, rió ante su propio pensamiento.

- ¡Hombre, ahí estás! -dijo cuando le vio aparecer entre el ramaje. El joven venía con una sonrisa enorme y sin decir nada le mostró lo que portaba. ¡La brújula de cuarzo! -exclamó Prôed.

Era una verdadera obra de artesanía. La pieza estaba compuesta enteramente de cuarzo blanco y brillaba en el claro iluminando al Elegido. El señor de Kyrien no pudo evitar sentir una punzada de envidia cuando vio a Lêandrö con aquel símbolo de la Diosa. Ya tenía dos.

- Tuve una visión con... la sacerdotisa, me la mostró en sueños -explicó Lêandrö con una voz quebrada que pasó desapercibida para su compañero.
- Ya veo... quizá deberíamos ir al sur, como marcan los árboles -contestó Prôed con algo de frialdad.
- Socio...

El heredero al trono de Nrym no respondió. Se sentía apartado de la misión y no entendía el significado de poseer el anillo de ópalos. No entendía nada.

- Cada uno ha de cumplir su propio destino...
- ¿Ahora también me robas las frases?

Lêandrö le miró fijamente. Entendía cómo se sentía, pero los designios de la Diosa eran inescrutables. Nunca había habido dos Elegidos, y tal vez nunca los habría. No era su culpa.

- Tu tienes el anillo de ópalos, nuestros destinos son uno. Estamos juntos en esto, socio...
- Ya, bueno, es posible. Seré tu esclavo que descifra caracteres Äen, al parecer. No pasa nada, cuando regrese a Kyrien y herede el trono seré grande. Mi pueblo me amará y prometo no declarar la guerra al tuyo.

La oscuridad se adueñaba de sus pensamientos y no sabía cómo desterrarla. Sentía furia, culpabilidad y una profunda sensación de impotencia. Sus visiones no se estaban cumpliendo.


La mañana transcurrió en silencio. Los dos jóvenes montaron en sus cabalgaduras rumbo al sur y no mediaron palabra. El príncipe de los Leonîdas contemplaba la brújula con disimulo tratando de que su compañero no se diera cuenta. Las agujas no señalaban hacia el norte, sino que parecían girar según una orientación que no era capaz de comprender. Le hubiera gustado preguntarle a Prôed que creía que significaba aquello, pero el joven parecía sumido en tenebrosas cavilaciones. Tenía que haber alguna forma de sembrar la paz entre ambos. Tal vez con una comida exquisita...
Sin que a ninguno le diera tiempo a reaccionar, una criatura de enormes dimensiones se cruzó en su camino. Los corceles se arredraron y los jóvenes tuvieron que detenerse para calmarlos.

- ¿Qué era eso? -preguntó Lêandrö.
- Ni idea... pero ahora que me fijo... ¿no es este bosque un poco raro?

Raro no era la palabra. La hiedra cubría parcialmente los árboles, unos misteriosos reflejos brillaban alrededor de la espesura y todo parecía tener un aura mágica y enigmática. El agua se derramaba por cada rama de los árboles y formaba pequeñas charcas en la tierra, habitadas por seres luminosos y azulados que fluían por el líquido como si de otra realidad se tratase. Era una visión irreal.

- ¡Oh!

El futuro rey de los Leonîdas se quedó mirando hacia el bosque, anonadado. La sacerdotisa paseaba con su túnica violácea que dejaba al descubierto parte de su seductora figura. Sus ojos volvían a estar cubiertos por la sombra que arrojaba su capucha. Su sensualidad era tan terrible y grandiosa que no podía dejar de mirarla.

- ¿Qué ocurre?
- Ella...
- ¿Ella? Yo no veo nada...

Prôed miró a su compañero, que parecía totalmente obnubilado. 

- La sacerdotisa...
- No hay nadie.
- ¡Claro que sí!

El joven parecía muy seguro de si mismo y el heredero al trono de Nrym comenzó a sospechar que tal vez estuviera hechizado. Quizá poseer dos de los símbolos de la Diosa era demasiado para un alma mortal.

- Tal vez deberías darme la brújula... -sugirió en un murmullo Prôed.
- ¿Por qué? -respondió Lêandrö, más consciente de lo que le rodeaba.
- ¡Pones en peligro la misión!

Las ramas de los árboles se mecieron suavemente con la brisa y una risita femenina, clara y lejana, rompió el silencio. 

- No pongo en peligro nada, la Diosa me ha encomendado su legado y su misión -dijo con tranquilidad Lêandrö.
- A mi también, y tu no estás en tu sano juicio -se defendió el señor de las tierras de Kyrien.
- Tal vez no eres digno de portar sus símbolos... -el joven guardó silencio ante el rostro dolido de su compañero- No he querido decir eso...
- Si, has querido. Es lo que piensas -contestó Prôed, ofendido.
- Socio...
- No soy tu socio.
- Socio...  lo siento, es verdad que esa sacerdotisa me ha dejado su impronta, pero la misión es nuestro destino. Y tenemos que estar juntos en esto.

El señor de Kyrien le miró y vio la sinceridad reflejada en sus ojos. 

- Está bien... te creo. Estamos juntos en esto, somos los Elegidos.

Prôed emprendió el camino de nuevo mientras Lêandrö le seguía. La sacerdotisa se movía al compás de los cascos y atravesaba el bosque como si de un espíritu ingrávido se tratase. El corazón de Lêandrö latió con fuerza cuando vio sus ojos vacíos de nuevo. Haría todo lo que desease su señora. 


Dedicado a Leandro y Pedro, ¡feliz cumpleaños elegidos!

26 septiembre 2015

Meteora

El paisaje tropical era realmente precioso y relajante pero no quería admirarlo, solo que aquel caballo le contara de una vez por todas que era "la verdad de quién sueña". Si realmente era un kelpie celta, una criatura espiritual del agua, sería malvado y trataría de engañarla. Le tranquilizaba ver que a su alrededor no había ningún lago donde pudiera intentar ahogarla, aunque teniendo en cuenta su erróneo color alazán quizá pretendiera llevarla hasta el mar... Si mal no recordaba, los kelpies de agua salada eran más bondadosos, un pequeño chapuzón y listo... Pero nadie le podía asegurar que el mar no fuera de agua dulce...

- ¿En qué piensas, muchacha? destiérralo de tus sueños... -le susurró el Palomitero.
- Yo... ¿"muchacha"?
- Solo tratan de mentirte...
- Deja de soñar con él, es tu imaginación, adoras a los caballos...
- Nunca te dejes engañar por el kelpie...
- Será tu perdición...
- Vuelve con nosotros, no pienses más en él...

No sabía qué hacer. Si realmente era un kelpie soñado, como mucho se despertaría sobresaltada por lo que pudiera hacer, como si fuera una pesadilla, nada más. Y... cómo que, "si realmente.."? Estaba claro que era un sueño. Tan solo temía que lo bastante vívido como para que...
Ëve miró al corcel, que la miraba con ojos tiernos. ¿Sería ese su plan? El Palomitero la tomó de la mano y le hizo un gesto casi imperceptible, como si hubiera leído sus pensamientos.

- Hace mucho que no montas... ¿no lo echas de menos?

La chica miró al hermoso alazán. Si, claro que lo echaba de menos, pero no por ello se iba a dejar engañar. Ahora estaba en guardia, comenzaba a no fiarse de aquel animal. Su instinto se lo decía...

El paisaje se difuminaba lentamente, tanto que al principio ni siquiera se había dado cuenta. El paraje tropical era cada vez más borroso, y en su lugar una neblina oscura y perlada comenzaba a conquistar todo el lugar. Sintió cómo la mano del Palomitero abandonaba la suya y miró alrededor. Ya no estaba ninguno de ellos. Ya no quedaba nadie salvo ella y el siniestro corcel.

Trató de recuperar el control del sueño, pero era incapaz. Por alguna razón no podía crear imágenes a su antojo ni dominar lo que estaba ocurriendo. Intentó por todos los medios imaginar algo, lo que fuera, un nuevo paisaje con todos sus amigos y en el que aquel caballo no existiera. Empezaba a tener miedo, quería despertar. Pero tampoco podía. Su cuerpo estaba paralizado, y la profunda y penetrante mirada del animal, cuyos ojos se habían vuelto salvajes, no dejaba que su mente encontrara el raciocinio suficiente como para detener aquel sueño. El caballo se acercó con parsimonia hacia ella sin dejar de acosarla con su mirada hasta quedar a su lado. Ëve estaba completamente inmóvil, el cuerpo no le respondía. El alazán sonrió de nuevo con su sonrisa siniestra y se hincó de rodillas. La chica se montó en él involuntariamente, pues la voluntad del corcel era mucho más fuerte que la suya en aquel momento. Un grito entre la niebla le recordó que sus amigos contemplaban con impotencia todo lo que estaba pasando, aunque no podían hacer nada. Solo los deseos del caballo tenían cabida ahora en su realidad.

Nada más tocó su grupa, el caballo comenzó a galopar desenfrenadamente. Las plumas de su crin no se movían en absoluto, lo que creaba una atmósfera aún más terrorífica a su alrededor. La niebla los rodeaba, y entre los jirones podía ver retazos del paisaje tropical en el que se encontraban, aunque no podía vislumbrar a sus amigos. Raudos y veloces, avanzaban hacia la nada; solo oía el sonido de sus cascos sobre la tierra marchita del sueño. No se atrevía a preguntar hacia dónde iban, ni tampoco si aquel momento se detendría. Tenía miedo de no despertar y permanecer para siempre sobre la grupa del caballo, avanzando sin control. Siempre hacia delante, sin sentido alguno. Sin rumbo, solo galopar.

Antes de que se diera cuenta, el corcel trotaba sobre el agua. Se había resignado a su destino mientras lo montaba, así que ya no tenía miedo. Agarró con fuerza su crin y se dejó llevar. De pronto, se fijó en un detalle. Podía moverse a voluntad. El corcel ya no la dominaba, sino que eran uno.
El caballo se detuvo en medio del pantano. La niebla seguía rodeándoles, pero ya no parecía tan abrumadora. Más bien, como si regresara a su hogar. Qué raro...

El corcel volvió a hincarse de rodillas y ella bajó de su lomo. Temía que la abandonara en medio de aquel lugar desconocido, cuyas aguas apenas la cubrían hasta los tobillos y eran agradablemente frías. La criatura se giró hacia ella y vio cómo poco a poco tomaba la forma de un poni encantador y achuchable. Rió ante ese pensamiento y se sintió ligera y alegre.

- ¿Recuerdas esto? -preguntó el poni.

Ëve miró en derredor. La niebla se despejaba por momentos y podía ver un bosque umbrío con lagos cercano al mar, pues olía el salitre y sentía el lejano sonido de las olas.

- Ya he estado aquí antes. Es...

Algo oculto durante mucho tiempo despertó en su mente y se quedó mirando fijamente al poni, que sonreía con amabilidad sinceramente.

- Bienvenida a casa.


Dedicado a Eva, ¡feliz cumpleaños amazona!

23 septiembre 2015

Walking on air

El silencio era tan profundo que ni siquiera el susurro de las hojas de los árboles osaba quebrarlo. El rumor del río en la lejanía, las voces del bosque, las hadas y cuantas criaturas fantásticas lo habitaban... nada se atrevía a hacer ningún sonido en aquel momento. Era como si el tiempo se hubiera detenido en una suerte de pesadilla eterna, un instante inmortal al margen de la realidad. ¿Cuándo había oscurecido? ¿Cuándo se había extinguido toda esperanza? Los fuegos fatuos danzaban sobre la ciénaga de forma siniestra, meciéndose con una brisa de aire inexistente. Un presagio de muerte.

Andre avanzaba hacia ellos con una fuerza irresistible. Ttudo estaba desesperado, la princesa parecía tener una energía sobrehumana en aquel momento y no era capaz de disuadirla de ningún modo. Su mirada estaba perdida y hubiera jurado que la luz se había olvidado de brillar en sus ojos castaños. Su palidez, su cabellera rubia y rizada y su liviana túnica azul la convertían en un espectro esbelto y temible bajo aquella ominosa tenebrosidad. Parecía que toda bondad la hubiera abandonado, que su preciosa princesa se hubiera desfigurado para formar parte de aquella siniestra danza de ultratumba que los fuegos fatuos habían comenzado...

- ¡Princesa..!

La joven le daba la espalda y el agua pantanosa la cubría casi hasta la cintura. Ante su grito angustiado se giró lentamente y Ttudo no pudo evitar sentir un escalofrío. Sus ojos era ahora azules y pálidos, muertos, su rostro tan lívido que casi parecía transparente. El hechizo de aquellos fuegos era potente, la magia de la bruja impenetrable. Pero no pensaba rendirse y entregar a la joven tan facilmente.

- ¡Os dijimos que no cruzarais!

El Reotipo gritó asustado cuando una figura alta le adelantó y empezó a vadear la ciénaga hasta alcanzar a Andre. La joven profirió un alarido agudo y penetrante y trató de atacar al desconocido, pero este la tomó de las manos y la miró fijamente. Ttudo pudo ver la lucidez acudiendo a los ojos de su querida princesa, y cómo estos se oscurecían hasta tomar su color habitual. Andre parecía confusa y aturdida, y muy desorientada. Los fuegos fatuos habían desaparecido.

- ¿Estáis bien, mi señora?
- Si... ¿qué ha ocurrido?
- No os preocupéis, estáis a salvo.

El joven la tomó en sus brazos y Ttudo sintió una punzada de envidia cuando los vio acercarse. Era un Fero del sur, probablemente uno de los que les esperaban en el límite del bosque. 

- ¿Vos estáis bien? -preguntó el elfo dirigiéndose al Reotipo.
- Perfectamente, gracias. Podéis liberarla, la tierra es firme bajo sus pies. 
- Veo que habéis tenido varios contratiempos en el bosque... el hechizo que pesa sobre vos es poderoso, princesa, y la marca de la bruja adorna ahora vuestra piel. 
- ¡Oh..! 

Andre se miró el dorso de la mano, donde un extraño y oscuro símbolo había surgido de la nada.

- ¿Adorna..?

Todo ocurrió con mucha rapidez. Ttudo se desmayó, Andre chilló y la oscuridad se cernió en su totalidad sobre ellos.


Cuando abrió los ojos vio a varios Feros a la luz de unas antorchas que la contemplaban con semblante preocupado y el bosque de Yngre detrás, cuyos árboles susurraban su destino tenebroso. Ttudo estaba con ellos y la miraba con amor. Hubiera preferido permanecer en la oscuridad que recordar aquella mirada llena de devoción... Un momento, estaba siendo muy mala. El Reotipo había velado por su bienestar y la había protegido de los peligros, aunque con poco acierto. Le estaba muy agradecida.

- Ya no estamos en el bosque... -susurró.
- Yngre es un lugar maligno, nunca debisteis atravesarlo. Incluso nuestros poderes son traspasados por su embrujo maldito. Siento mucho mi comportamiento, princesa, la magia de la bruja también me alcanzó -se disculpó el Fero que la había rescatado de la ciénaga, bastante abatido.
- No os preocupéis... nadie está a salvo en sus confines. 
- Yo me di cuenta de que estaba hechizado cuando dijo lo de "adornando", pero la oscuridad fue más fuerte que mis capacidades... -se disculpó a su vez Ttudo.
- Lo entiendo, Te... Ttudo. Ahora alejémonos de aquí, no quiero permanecer cerca del bosque esta noche.



Dedicado a Andrea, ¡feliz cumpleaños rubia!

15 septiembre 2015

The riddle of my dreams

Inconsciente liberado, deseos cumplidos, miedos reflejados, vidas pasadas, presentes, futuras... irreales... ¿Son los sueños el recuerdo de algo lejano ocurrido? ¿de una vida paralela? ¿de un futuro en otra realidad?


Un sueño repleto de simbolismo:

Estoy en una sala blanca con más gente con una reproducción del universo cuadrado y negro sobre mi cabeza. Estamos viendo los problemas que hay en el universo y que debemos solucionar. Los dos más graves son un agujero blanco (que parece un globo y se mueve como tal y haciendo "ondas") que se desplaza alrededor y se va tragando todo lo que encuentra a su paso (cuando pasa por encima de mi cabeza es un pez cabracho (¿?) y un agujero negro (aunque no lo recuerdo muy bien). Me llama la atención que no haya galaxias, el universo es solo el cuadrado negro a escala y se ven algunos puntitos blancos correspondientes a estrellas. Hablamos sobre cómo acabar con el agujero blanco para evitar que el universo explote y Jorge Juan (??) propone crear una bomba casera para volarlo. Se pone a fabricarla y entonces estamos en mi habitación, donde colocamos la bomba para volar una lámpara blanca de forma troncocónica situada justo delante de la puerta (vaaale...). Colocamos la bomba, no está bien puesta siguiendo la trayectoria de la lámpara, la recoloco, me la descolocan, discutimos un poco y al final queda puesta de tal forma que veo venir claramente que no va a dar donde debe. La bomba tiembla mientras la recoloco de nuevo, despega y le da a la lámpara de lado sin hacerle ningún daño. Voy corriendo muy seria a buscar un recipiente para hacer otra bomba, aunque se que no da tiempo a fabricar una nueva porque el universo va a explotar antes, y cuando vuelvo a la habitación veo que los demás se encogen de hombros, dan el universo por acabado y se van. Voy detrás de Jorge Juan hasta la parte de fuera del chalet (¿?), le encuentro donde las escaleras y le pregunto que cómo hizo la bomba. Me dice que use mucho vinagre y otros ingredientes que ni recuerdo escuchar y vuelvo para fabricar una nueva.

Lisse oloori.



Dedicado a los compis de chino, por nuestra amistad.

07 septiembre 2015

Back to memories

Un año más en mi blog... Esta vez he cruzado la frontera de mi creatividad y he experimentado fusionando música y escritura, lo que ha dado lugar al mejor año que he escrito jamás. Las melodías ha aportado una luz mágica a los escritos, que han fluido con tanta naturalidad que me deja un vacío saber que se ha acabado... Sin embargo, siempre quedará la saga anual (el año pasado representada por A New Age Dawns) y algún retazo musical, recuerdo de la pasión de la escritora por ese arte... Por otra parte, me he dedicado a filosofar en demasía y mostrar los cambios en mi mente y forma de pensar con historias muy estáticas y reflexivas... ¿Que os traeré de novedad este año?


In memoriam:

* Ione&Trova: Una historia de piratas postmodernista (en palabras de una de sus protagonistas) con personajes increíblemente carismáticos, y una de mis favoritas... 
* Guîmorëll: Una fantasía onírica con tintes de realidad... 
* Râsky: Los vampiros toman una tierra devastada por el cambio climático...
* Pê: Un paseo por la imaginación de la propia escritora... 


Premios de la Academia Milan Manor:

Mejor historia: "Gemstone rouge".
Mejor guión original: "Aqeutaq".
Mejor guión adaptado: "Crystal winds".
Mejor montaje: "Blank space".  
Mejor fotografía: "Hand of sorrow".
Mejor director: Wherynn.
Mejor personaje masculino: Crälos.
Mejor personaje femenino: Bêah.
Mejor personaje revelación masculino: Prôed. 
Mejor personaje revelación femenino: Wherynn.
Mejor nombre de personaje masculino: Däyn.
Mejor nombre de personaje femenino: Akinom.
Mejor interpretación: Ërov.
Mejor interpretación conjunta: Wherynn/Ädri.



Dedicado a Alias Pseudónimo, corazón de tinta.

18 agosto 2015

Uyulala














Epílogo


Realmente le fascinaba aquel bello paraje perdido en los senderos del olvido. La niebla policromada se había convertido en una azul y el bosque se veía más nítido, y su profunda soledad le llenó de un sentimiento que no sabía cómo definir. Había luz entre las sombras de la existencia, pero él debía seguir el camino de madera que le llevaba a su destino. Nunca pensó en dar la vuelta y mirar por última vez a la escritora, porque suponía que su imagen helada era lo único que podría visionar. Era su mundo, su mundo de oscuridad, su mundo inconsciente que ya no tenía ninguna relación con la realidad de su imaginación. Su bosque perdido en la senda hacia la verdad.

El joven peregrinaba por el camino de madera, no sabía cuánto iba a durar la travesía. Solo tenía la innegable certeza de que era la única forma de escapar de aquel mundo al que nunca quiso pertenecer. No le gustaba saberse sin voluntad, una figura impersonal en una mente voluble. Los árboles permanecían inmóviles en el bosque y solo el lejano ulular de algún búho rompía el silencio de aquel paraje. Un recuerdo en la memoria. 

Caminaba y caminaba, pero aquella senda no parecía tener fin. Ya no era dueño de su sino y sus pensamientos parecían ajenos a sus deseos. Trató de pensar en una idea precisa, específica, definida, pero no era capaz de recordar nada que no fueran vagas letras de melodías que no le atraían. Aquel mundo empezaba a crear equívocos... le torturaría hasta que encontrara la puerta de vuelta a la realidad. No entendía por qué. Nunca lo había entendido. Nunca lo entendería. Nunca... jamás. 

Los árboles eran como aquellos de los cuentos de hadas. Su ramas permanecían quietas y la magia recorría su savia; Podía sentir cómo la fantasía fluía desde las raíces hasta sus hojas, pero sabía que no pensaban revelarle sus secretos. Ocultaban una verdad que estaba más allá de su entendimiento, porque nunca se habían forjado en su mente, sino en la de la escritora. No pertenecían a este mundo, sino al del inconsciente. 

Aquel paisaje azulado le cautivaba y no entendía la razón. Tal vez se hallaba tan inmerso en la luz irreal que lo rodeaba que empezaba a perder la voluntad de caminar sin sentido. Quería encontrar el origen de la utopía que le llevaría a su destino fuera de aquel bosque. Nunca se le ocurrió abandonar el camino de madera y dar la vuelta en busca de la fuente primigenia. No había agua para él en el manantial de la conciencia. 

El espíritu helado de la escritora fluía por aquel paraje, lo único que deseaba era liberarse de él y de su omnipotente presencia. No quería tener que percibir su mundo, donde no tenía ningún poder. El bosque y su encantadora luz lo embelesaban y se sentía perdido en un hechizo que lo embrujaba. No quería perder su voluntad ni volver a sentir jamás aquella dulce tortura. Por suerte, el bosque le encaminaba a las afueras de aquella vesania. La senda de madera desembocaba en una hermosísima puerta tallada con símbolos celtas. Por fin, su destino. Deseaba cruzarla para no volver jamás. La puerta se abrió suavemente y con alegría traspasó al otro lado. Deseo cumplido. 


Fin.



Dedicado a Pelayo, ¡feliz cumpleaños!

08 agosto 2015

Left outside alone


El sol se oscurecía entre algunas nubes que habían comenzado a arremolinarse en el cielo despejado. A Wherynn le pareció muy poético estar en medio de aquel bucólico paisaje y tener que enfrentarse a una nueva emboscada. La verdad es que le apetecía saber qué podían llevar encima aquellos hombres tan desaliñados. Mugre, fijo. 

- ¿Y si..? -sin consultarlo con sus amigos, Srynna alzó las manos y lanzó un hechizo a los cuatro hombres que se acercaban. Le dio a uno, que en aquel preciso instante se desvaneció entre sonoros ronquidos. 
- ¡Sry! -exclamó Jeanpo enarbolando su espada.

La lucha fue más encarnizada de lo que ninguno esperaba. Aquellos hombres no tenían piedad y les atacaban con todas sus fuerzas y magia oscura. Srynna logró conjurar unos círculos de protección para cada uno y Wherynn ejecutó los hechizos ofensivos más potentes que conocía, pero era en vano. Lo único que logró derrotar a aquellos hombres fue la oscuridad que consumía lentamente la arboleda. 

 - ¿Por qué..? -empezó Srynna.

Sin que le diera tiempo a pronunciar el resto de la frase, uno de los hombres, malherido, señaló al cielo. El sol estaba parcialmente oculto por un disco negro que cada vez ocupaba más espacio. Entre alaridos de terror, y para confusión de los tres amigos, los hombres que quedaban en pie huyeron a toda prisa del lugar mientras que su compañero seguía durmiendo, ajeno a lo que ocurría.

- ¿Me estás diciendo en serio que han huido... por el eclipse? -comentó Wherynn.
- Eso parece... qué anticuados, ¿es posible que le tengan miedo? -dijo a su vez Jeanpo.
- Hoy... hay... un eclipse...

Srynna parecía casi tan atemorizada como aquellos hombres.

- ¿Y qué? ¡Mirad, una botellita con veneno! podemos... ¿Estás bien? 
- Whers... el eclipse... -musitó Srynna con un hilo de voz.
- El equinoccio... -susurró Jeanpo, dándose cuenta de su error fatal.

La joven sacerdotisa les miró horrorizada.

- ¡No!
- Las tinieblas... -murmuró Srynna mirando hacia el infinito con la mirada perdida.
- Verdadero amo y señor de la muerte... -recitó Jeanpo.


El silencio reinaba en el bosquecillo, tan solo roto por la suave brisa que movía las hojas de los árboles. La oscuridad era casi total. Nadie se atrevía a hacer nada, cualquier sonido podría atraerles. Viajar en aquel momento sería sumamente peligroso...

- ¿Qué hacemos? -articuló Srynna con labios. Los otros dos apenas la veían.
- Nada -articularon Wherynn y Jeanpo al mismo tiempo.

Lo único que podían hacer era esperar.


Fue tan rápido que no pudieron reaccionar. Wherynn se llevó un corte ligero en la mejilla. Srynna acabó con una muñeca rota y Jeanpo con varios cardenales en la espalda y las piernas. 


El eclipse había terminado. 

- ¿Estáis todos bien...?
- ¡¡¡Aaaah!!! 


Srynna y sus dramáticos chillidos. Sin embargo, esa vez no pudieron criticarla. El hombre al que habían dormido yacía descuartizado en el suelo y no era una escena agradable. 

- Es curioso que grites tanto, cuando lo haces tu... -observó Jeanpo mirando hacia otro lado.
- ¡Vámonos ya! ¡ay! -se quejó la ermitaña agarrándose la muñeca.
- Iremos al curandero en Kôyn. Será mejor alejarnos de aquí...

La luz del templo les llevó hasta su destino.


- ¡Por fin en Kôyn! -exclamó Srynna saliendo del círculo de magia.
- Lo mismo que dijiste cuando llegamos a Gülynes... -recordó Wherynn. 

- Si, pero esto si que es Kôyn. 

Jeanpo señaló al paisaje, un alegre y pintoresco pueblecito que se alzaba sobre una colina. El ambiente era distinto al que habían vivido últimamente, mucho más liviano y animado, la gente no vivía con ningún temor ni siquiera tras el eclipse.

- Mi muñeca... -se volvió a quejar Srynna entre gemidos.
- ¿Qué os ha pasado? yo solo tengo este corte... -dijo Wherynn señalando su mejilla.
- A mi me han zurrado pero bien, estoy lleno de cardenales. Parece que la pobre Sry tiene la muñeca rota... vamos al curandero.
- Eso os pasa por gritar... si os hubiérais estado quietecitos...
- ¡Oh, disculpe, alteza, por tener miedo cuando los demonios se acercan! -contestó Sry, dolorida.
- No es eso... si os movéis ya sabéis que es peor...

- Tus poderes de sanación... -empezó Jeanpo. 
- No. Es mejor ir al curandero. Pero esto si -dijo Wherynn sanándose el corte y haciendo desaparecer los golpes de su amigo, así como aliviando el dolor de la mano de la ermitaña, que le sonrió agradecida. 

El curandero atendía a unos pocos lugareños con heridas tras la aparición de los demonios de la oscuridad. La mayoría se habían ocultado en sus casas, y los que no lo habían hecho habían aguantado estoicamente silenciosos a que el eclipse pasara. Era un pueblo valiente y tranquilo.

- ¡Jovencita! -exclamó el amable señor cuando vio su muñeca rota- ¿Qué os ha sucedido? No es buen augurio romper la voz del silencio cuando éste reclama su sacrificio de sangre... 
- Ya, ya... ¿Puede darme algo..?
- Éste brebaje aliviará tus huesos rotos y los sanará. Te ha golpeado la magia oscura, no puedo hacer nada con ninguna otra clase de magia... tendrás que esperar unos días para estar completamente bien.
- Vaya... -suspiró Jeanpo.
- Podemos alojarnos aquí y tomarnos unos días libres... -sugirió Wherynn.
- ¿Sois de Yamedoria? -inquirió el anciano, curioso.
- Si... ¿por?
- Vuestro acento os delata. Tiempos oscuros asolan esa región... -empezó con tono misterioso.
- ¿Ah, si? -respondió la sacerdotisa.
- El rey Twilith Teg no es el mismo de antaño...
- ¡Tirititrán! -exclamó Srynna. Cuando vio que todos la miraban, fingió un estornudo que no convenció a sus amigos. El curandero decidió ignorarla.
- Sus elementales se mueven sin control por los bosques y sus dominios son cada vez más anárquicos... -prosiguió el anciano enigmáticamente.
- No me gusta... será mejor ir allí cuanto antes. En cuanto Sry esté recuperada -terció Wherynn.

Sus amigos asintieron con seriedad.



Dedicado a Saryna, ¡feliz cumpleaños!