28 diciembre 2019

Lupo donnaiolo

Habían pasado varias lunas desde su lance en el bosque y Orav no se lo podía quitar de la cabeza. Su amiga estaba más distante que nunca y le rehuía constantemente... ¡Pero si había sido maravilloso! No conocía su lado más romántico y aquella noche había sido un auténtico caballero, respetando a su dama y siendo todo un galán... ¡Maldita sea, mujeres!

- ¿Orav?
- ¡Maldita sea, mujeres! -exclamó en voz alta con un tono que recordó al aullido de un lobo. Thÿowin le miró sorprendido y apenas pudo fingir enfado tras una sonrisa socarrona. 
- ¿Puedes decirme de qué estaba hablando?

El joven miró fugazmente a su maestro. Llevaba en brazos un grimorio de un color bermejo desgastado con cierres de cuero. Recordaba ese libro. Le importaba un carajo ese grimorio ahora mismo. La pondría en la lista de demonios si de él dependiera... 

- Es el Liber Aneguemis, o Liber Vaccae, habla sobre la creación de entidades vivientes a partir de fluidos y restos de animales y hombres... Vamos, sobre como crear algo parecido a elementales...
- ¿A quién se atribuye su autoría? -siguió cuestionando Thÿowin.
- (¿Y a mí que narices me importa?) Apócrifamente a Platón -¡Toma palabra culta!- pero está traducida de una obra árabe, Kitab an-nawamis, y se compone de un liber maior y liber minor -a ver si así le dejaba en paz.
- ¡Muy bien! No está mal para alguien cuyos pensamientos vagan lejos de aquí... ¿Qué te ocurre?

Orav echó chispas por los ojos casi literalmente. ¿Por dónde empezar?

- Nada.
- Vaya... Pues esa "nada" te tiene muy distraído desde que te mandé a por hierbas curativas...

El joven guerrero se sonrojó. Thÿowin era su mentor y amigo, pero había cosas de las que no quería hablar y que pertenecían a su esfera más profunda y sus pensamientos más lujuriosos... Espera, ¿qué?

- Son... cosas mías. 
- ¿Problemas con tu madre?
- ¡Dios, no! Se porta muy bien últimamente, ya hasta parece que entiende que soy un hombre... 

Thÿowin le miró sorprendido. No solía hablar así de su temible madre. 

- ¿Entonces qué ocurre? 

Orav hizo una pausa antes de responder.

- Pues que no estoy aprendiendo lo suficiente sobre alquimia, fluidos minerales y vacas para crear entidades híbridas, así que prosigamos -dijo muy aprisa sin darse cuenta de su propia incoherencia.
- Es una lástima que por una vez te apetezca tanto instruirte en la teoría porque tenía una misión de praxis para ti...

Los ojos del muchacho se iluminaron. ¡Una misión que le quitara aquellos inoportunos pensamientos! Perfecto... Pero un momento, era Thÿowin, le conocía desde hacía años, seguro que había truco...

- ¿De qué se trata? -preguntó, suspicaz.
- Sucesos muy extraños están aconteciendo en un remoto lugar de nuestro señorío... La comarca no es segura, la magia parece haber encontrado un ente oscuro sobre el que reinar y quiero que averigües discretamente de qué se trata... Nadie te reconocerá, deberás fingir ser un viajero de paso y escrutar los alrededores... A ver si así te despejas.

¿Fingir que era alguien que no es? Genial. Lo haría con tanto ahínco que hasta le contratarían de actor para las obras teatrales del pueblo. Por si lo de héroe-brujo-lobo no salía bien. 

- ¿Y dónde es?
- Ylôwan.


Orav había quedado petrificado.

- ¡No, no, no!
- Orav...
- ¡No! Me niego. Ylôwan, ¿El castillo? Ni en sueños.
- Orav...
- ¡Que no! 
- ¡¡Orav!!

Thÿowin mostró su magia por un instante a través de su mirada y el joven se echó hacia atrás. No solía sacar su genio de esa manera y había que reconocer que era imponente. Pero jamás se lo diría.

- Como amigo te ruego que no me pidas esto.

El hombre se enterneció. Le quería como a un hijo y no le agradaba hacerle pasar por aquello, pero era por su bien. ¡Y cualquiera le decía que era por su bien en aquel estado!

- De verdad, créeme que descubrirás mucho más en Ylôwan de lo que imaginas. Guarda secretos fundamentales para...
- ¡Y una porra! Que no, que me niego... -Orav se levantó e hizo amago de agarrar una de las espadas.
- ¿Vas a luchar contra tu maestro?

La voz de Thÿowin sonó entre curiosa y desafiante.

- Si no queda más remedio...
- Siempre fuiste un niño muy terco... Pero tu tenacidad te llevará lejos. De momento hasta el castillo de Ylôwan, ¡No me agradezcas el viaje!

El guerrero cogió ágilmente una pócima de la mesa y la estampó contra el suelo. Una enorme voluta de humo les tuvo tosiendo un buen rato. Cuando se disipó, los ojos del hombre estaban llorosos.

- ¿Pero qué demonios..? -empezó Orav, confundido.
- Me equivoqué de botellita... Bueno, da igual, tú ve. Hazme caso.

Orav rezongó y se rindió a su destino. 


Caminar con nieve apestaba, pero ir en caballo no estaba tan mal. No es que le gustara demasiado montar, pero se sentía un poco centauro en armonía con aquel poderoso animal... ¿A quién pretendía engañar? Montar a caballo apestaba. 

- "Ve a Ylôwan, ve a Ylôwan...". Ylöwan apesta -murmuraba para sí mismo. Está lejos, hace frío... ¿Pretende que vaya a sus nupcias? Está loco... ¡Todos locos! 

Una señora que paseaba recogiendo bayas en medio de aquel bosque se le quedó mirando fijamente.  El joven puso cara de pocos amigos y pasó de largo sin saludar. La señora apestaba. Esta vez literalmente, olía como a muerto... Se dio la vuelta y miró atrás. No había nadie. Pues sería una señora fantasma, qué más daba. Maldito Thÿowin -pensó mientras agitaba el puño, provocando que casi se cayera de la montura.


Pues resultaba que Ylôwan era un sitio precioso. Después de dos días de viaje y varias noches en penumbra seguidos de otros cinco días de viaje -al final con la tontería se había hecho daño cayendo a un río mientras trataba de aliviar su pesar con un rico pescado y se había detenido unos de días- llegó a aquel estúpido lugar lleno de maravillas.

- Venga, Zed -dijo dirigiéndose al caballo y dándole una palmadita- Vamos a visitar el pueblo que será nuestro hogar durante las próximas semanas... O meses... -suspiró resignado. El animal relinchó y por alguna razón le hizo sentir mejor. En el fondo esperaba que fuese una especie de pegaso mágico que le llevara volando lejos de aquel sitio a un lugar donde pudiera encontrar la paz, pero resultó ser un caballo común y corriente. Estúpido caballo. El animal giró la cabeza y le miró con odio, como si hubiera leído sus pensamientos. ¿Uhm?

- Perdona... -dijo sin saber muy bien  por qué. El caballo relinchó satisfecho. ¿¿Uhm?? 
- ¡Hola, joven! ¿Eres nuevo por estos lares?

Un alegre lugareño le sonreía ampliamente dándole la bienvenida a la humilde y bonita aldea.

- Bueno... Vamos a ver lo que este sitio nos ofrece... -dijo Orav guiando a Zed al interior del pueblo y perdiéndose entre sus macetas repletas de flores, sus calles empedradas y retorcidas y sus bellas damas...




Dedicado a Álvaro, ¡feliz cumpleaños majo!

27 diciembre 2019

Teonimia (Cosmogony)

Aquel lugar era tan increíble y majestuoso que le dejó literalmente sin respiración. A continuación se puso a toser como un loco. ¿Quién le mandaba tocar nada y levantar semejante polvareda?

- ¿Estás bien? -preguntó Mama Quilla, preocupada, poniendo una mano en su espalda.
- Si... -respondió con dificultad- A ver si resulta que tengo alergia...

Tras el imponente trono las paredes de piedra se alzaban a gran altura hasta el hueco en la roca por el que se filtraba la luz. No parecía un lugar por el que pudieran escapar, así que miró los alrededores. Un foso relativamente profundo con restos de vegetación seca y antorchas que se mantenían misteriosamente vivas en algunas columnas... ¿Cómo podía ser posible?

- Este lugar... Quiero irme -terció de repente Pacha Mama.
- ¿Por? 
- No lo sé... No me gusta...
- ¿Temes la ira de Viracocha? -cuestionó el arqueólogo listillo con sorna.
- ¡No tiene gracia! No sabemos lo que le pasa, y aquí mismo hay una imagen del dios... No puede ser simple casualidad...
- ¡Oh, dios de los báculos! ¡Oh, dios de las varas! No nos hagáis daño... 

Pichu emitió unos pequeños rayos en sus mejillas y el arqueólogo guardó silencio al punto. 

- Tendrías que ser más respetuoso... La verdad, no sé por qué te dedicas a estudiar antiguas civilizaciones si te vas a reír de sus creencias... -le regañó Pichu.
- Bueno... En fin -dijo el joven mirando hacia otro lado y fingiendo interés absoluto por las piedras.

El joven aqueólogo lo ignoró y paseó por la estancia. Ciertamente la figura de Viracocha era impresionante y le intrigaba especialmente la enorme piedra preciosa que parecía adornar su cuerpo.

- Pichu... Por favor... -dijo Pacha Mama con un hilo de voz.

Pichu la miró con afecto pero pasó de ella. No iba a molestar a los dioses ni a turbar su descanso ni su paz, solo quería respuestas... Respetuosamente, eso siempre. Le devolvió una sonrisa cálida que pareció reconfortar a la chica. Tampoco era cuestión de ser un jefe borde, ¿Es mejor ser temido o amado? De aquí surge la controversia. ¿Ser o no ser? Esa es la cuestión... ¿Pero por qué se ponía a citar mentalmente a Shakespeare y Maquiavelo?

- ¡Eh! Despierta Bella Durmiente, creo que he encontrado algo...

Pichu estaba tan empanado que ni siquiera se sintió ofendido. Aquel sitio despertaba su imaginación y sus pensamientos vagaban en un sinfin de conexiones e hipótesis. ¡Ay, pero cómo le gustaba la arqueología! Bajó hasta donde se encontraba su compañero, cerca del foso, y se agachó donde le indicaba.

- ¿Ves? Esos extraños símbolos...
- "Apu Qun Tiksi Wiraqucha", el nombre en quechua que se le dio durante la época de los evangelizadores católicos, así al añadir palabras a su nombre original recalcaban su calidad de ser supremo.

Estaba orgulloso de sí mismo, ¡Se había acordado! El arqueólogo que le cuestionaba le mirada alucinado.

- ¿Qué? 
- Pero... Yo... Solo decía que podíamos usar esas cuerdas...

Entendía su confusión. Lo único que él veía en la roca era una soga atada con nudos de cualquier manera. Él veía un quipu, porque era un Amauta. Así de sencillo .

- Me.. estás diciendo que sabes... ¿leer cuerdas? -preguntó Mama Quilla con renovado respeto. 
- ¡Pues claro! ¡Por algo soy el jefe! -presumió. 
-¿Y esa qué pone?

El aqueólogo que le caía mal le mostró una cuerda más abajo.

- Esa es una cuerda normal y corriente atada con nudos, ¡No seas estúpido! Pero nos puede servir...
- ¡No, no toques nada! Podría... Despertar una nueva maldición... -suplicó Pacha Mama.
- ¡Oh..! Está bien... De todos modos tenemos cuerda de sobra, no pasa nada, tienes razón.

El joven se levantó y movido por algún tipo de intuición sus ojos se posaron en una pared de lo más sospechoso. Parecía haber sido usada no hacía mucho tiempo (tal vez un par de siglos) y la piedra parecía diferente... Pero no sabía decir en qué...

- Venid, vamos a explorar esta pared.

El arqueólogo listillo rezongó y junto a las otras dos chicas le siguió. Pichu manoseaba las piedras en busca de algo que ni él mismo sabía que podía ser. La piedra preciosa del pecho de Viracocha brilló fugazmente, pero nadie se dio cuenta.

- Mirad por ahí, a ver si encontráis la manera de mover este muro...
- ¿Cómo..?
- ¡No me discutas! Sé que puede moverse, lo sé...
- ¡Pi, pi, pi!

Pichu miró a su amiguito, que había estado muy silencioso. El pokémon le miraba con cariño y entrecerraba sus ojitos en una mueca divertida. ¡Qué gracioso!

- Yo no encuentro nada -farfulló el arqueólogo que le caía mal, cansado.
- Ni yo...
- Pues... ¿Esto servirá?

Algo que parecía una brillante moneda incrustada en la pared relucía ahora que la chica le había retirado la capa de polvo que la cubría.

- Es del mismo material que la "Sala Brillante"... -concluyó Pichu tras inspeccionarla.
- ¿Y tú como lo sabes?
- ¡Tengo ojos! Y soy muy observador... Por cierto, llevas la bragueta bajada.

El joven enrojeció y Mama Quilla pareció decepcionada. ¿Ein?

- Voy a tocarla... -exclamó teatralmente sin saber por qué.
- Yo ya la he tocado y no ha pasado nada... -recordó Pacha Mama.
- ¡Pero tú no tienes poderes..! ¡Poderes... de deducción! -completó Pichu. ¿Quizá la falta de aire puro le afectaba?
- ¿Qué quieres decir con eso?
- Creo que hay otro botón oculto como este... En algún lugar de la sala.

Los arqueólogos miraron la inmensa estancia.

- ¿Estás de broma? ¡Tardaremos días en examinarlo todo..!
- Está aquí.

Pacha Mama dejó al descubierto otro botón un poco más abajo del primero.

- ¿Y por qué dos? ¿La dualidad? ¿El Sol y la Luna? ¿El Bien y el Mal?

Los ojos de Viracocha en el trono refulgieron un instante.

- Puro instinto... Vamos a apretarlos...

Las chicas ahogaron un grito cuando un tremendo sonido de piedras moviéndose inundó la sala. El eco era insoportable y todos se taparon los oídos, excepto Pichu, que debía seguir tocando los pulsadores para que el muro cediera y estaba medio tarumba. Una fuerte ráfaga de aire fresco llenó la sala y el polvo se levantó cubriendo parcialmente la vista como una terrible neblina.

- ¡Nooo! -gritó Pichu entre estornudos y toses estentóreas saliendo al exterior. Sus compañeros le siguieron sin pensar y de pronto llegaron afuera, a una puerta al pie de unas escaleras. 


Dedicado a Javier, ¡feliz cumpleaños salao!

25 diciembre 2019

Yule


¡Felices fiestas y próspero Año Nuevo!

El fin de año está resultando surrealista... Nuevas amistades, nuevas aventuras y cada vez más sueños cumplidos aún con las dificultades, ¡Vamos!


Dedicado a mis amigos, ¡sois lo mejor!

19 diciembre 2019

Chrysalis

Jeanpo abrió los ojos lentamente, desorientado. Le dolía todo el cuerpo. La luz del sol le cegaba y no podía moverse, aunque sabía que estaba despierto. ¿Qué tipo de hechizo aherrojaba su ser? 

- ¡Eh, Jeanpo! ¡¡Jeanpo!!

Un sonoro bofetón.

- ¡¡Auh!!

El joven se incorporó de golpe repentinamente. Miró a su alrededor. No veía nada extraño a excepción de un montón de trozos de hielo que... Un momento... ¿Restos humanos? La escarcha cubría todo a su alrededor y hacía mucho frío.

- Perdona, no me ha dado tiempo a derretir todo este desastre y quemar los cadáveres... -se disculpó Wherynn.
- ¡Whers! -exclamó sorprendido.
- La verdad es que Srynna se las ha apañado estupendamente, aunque esto solo ha sido un aperitivo...

Srynna sonreía ufana y muy segura de sí misma. Vamos, estaba en las nubes, para que luego dijeran...

- ¿Qué ha pasado?
- Pues mira tú que al parecer los Nö se creen muy guays pero aún no tienen ni idea de cómo invocar una Quintaesencia en condiciones -explicó Srynna. Conjuraron una fuerza rarísima con pinta como de neblina y te dio por detrás. Te quedaste todo groggi y con los ojos fuera de las órbitas (te los cerré después porque me daban muy mal rollo) y me asusté y mi poder se desató. Los congelé a todos y no les dio tiempo a reaccionar porque no esperaban un poder tan glorioso emanando de mí -dijo con orgullo- y la Quintaesencia se esfumó. Y ya. Justo cuando acabé con los Nô fui a ver cómo estabas, pero no respondías a ningún estímulo y eso, que te cerré los ojos. Luego aparecieron Thöw y Wherynn y alucinaron con mi destreza. ¡Para que veáis que podéis confiar en la Reina de la Destrucción!
- Si, sí, Reina de la Destrucción pero le podías haber echado una manta por encima, se nos va a congelar... -comentó Wherynn tendiendo una manta al guerrero, que se arropó con ella temblando. 
- ¡No me dio tiempo! Sé buena y enciende la hoguera, anda... Yo también tengo frío.

Era mucho que asimilar. Srynna había podido ella sola contra unos cuantos Nöh y había vivido para contarlo... Wherynn y Thöw habían vuelto de su viaje espiritual en busca de la iluminación y parecían tan tranquilos... Y él solo se había desmayado. ¿Cuál era su propósito en esta tierra?

- ¿Estás bien? Un ataque de la Quintaesencia no es algo que deba tomarse a la ligera...
- Si, estoy bien.

Thöw le miró largamente. El guerrero era clave, aunque podía entender cómo se sentía en aquellos momentos.

- ¿Y vosotros qué habéis averiguado? -preguntó evadiendo su mirada mientras Wherynn le ofrecía una bebida caliente.
- Hemos aprendido sobre el pasado, el presente y lo que nos depara el futuro que aún no está escrito y el que se profetiza en los libros antiguos...
- Ah.
- Oye, que yo seré sanguinaria y todo eso pero me están empezando a dar asquito esos cuerpos desmembrados... ¿Los podemos quemar ya? -pidió a su amiga.

Jeanpo sonrió contra su voluntad. Sus dos locas...


El Parque Azëbera parecía desierto aquel día. Las chicas se preguntaban cómo nadie había sido consciente de la épica batalla que había tenido lugar en sus bosques y Thöw les explicó que los Nöh tenían el poder de transfigurar el espacio / tiempo para atacar sin que hubiera escapatoria.

- ¡Qué conveniente! Un giro de guión nada esperado... -suspiró Srynna.
- ¿Por? -preguntó Wherynn.
- ¡Oh! Tu mejor que nadie sabes por qué lo digo...
- ¿Yo?
- ¡Si! Escribes mucho, esto es como una de tus historias esas donde todo encaja a la perfección porque si no no tendría sentido... Y qué idóneo que nosotros luchemos mientras los de alrededor no se enteran de nada ni ven las consecuencias -dijo mirando a la hoguera de restos calcinados- ¡Muy fortuito!
- Aquí nada ocurre por fortuna, más bien por mala suerte... -musitó Jeanpo. 

El resto de la mañana transcurrió tranquila. Demasiado tranquila. Thöw estaba preocupado por todo lo que había descubierto y quería conocer a su hermano, aunque no se le ocurría ningún plano real o astral donde no fuera peligroso. Pertenecían a bandos contrarios, al menos eso debían fingir, y para él traicionar a los Nöh supondría la muerte. Y no lo iba a permitir.

- Estás muy meditabundo... -sonrió Wherynn sentándose a su lado.
- Sí... -respondió contemplando los restos del fuego- Los Nöh ahora saben que tenéis poder y que no dudaréis en usarlo, pero eso no los detendrá en absoluto. Os aniquilarán, como aniquilarán vuestra realidad.
- ¿Por qué los malos siempre quieren destruir? ¿No sería mejor disfrutar de lo conquistado?

Thöw la miró con curiosidad.

- Tienes toda la razón. Pero supongo que su fin último es acabar con todo, y quizá solo cuando se encuentren con la nada vean todo lo que han perdido...
- Sí, bueno, lo que sea, ¡Que se atrevan a volver! -retó Srynna.
- Claro que volverán... Con un poder destructor mucho mayor del que trajeron la última vez...
- Fue pan comido. Tendrán que esforzarse al máximo para poder con la Reina.
- ¿Eres consciente de que solo nos estaban valorando, no? Esa no es ni por asomo su fuerza real... -apuntó Jeanpo, bajándola de las nubes.
- El poder que sentí en mi interior también es muy superior al que mostré... -dijo la chica con voz inicua- y no dejaré que hagan daño a mis amigos...
- Pues yo desfallecí y no lo pudiste evitar...
- ¡Pero no te asesinaron! ¿Crees que no lo intentaron?

Un brillo extraño y triste relució en los ojos de Srynna y su voz tembló, por lo que Jeanpo supo que era el momento de guardar silencio.


La tarde pasaba apaciblemente y el grupo comenzaba a ponerse nervioso. Wherynn se preguntaba con melancolía dónde estaría Ikcn, si sabría del ataque y qué haría al respecto. ¿Vendría en persona a matarlos? ¿Se rebelaría contra su grupo en medio de la cruenta contienda entre los dos bandos? Era un Snape de la vida, quién podría saberlo...

- ¿En qué piensas?
- ¿Sinceramente? En el Nöh... 
- ¿El hermano de Thöw? -preguntó el guerrero, no muy convencido.
- Ya sabes que Thöw confía en él después de lo que vimos en el templo...
- ¿El templo?

Wherynn enmudeció. No podía revelar nada de lo ocurrido allí.

- Tú... ¿Cómo es el conciliábulo? Ellos...
- No...
- Ya, ya lo sé. Es solo que... ¡Eh! ¿Qué es eso?

Wherynn tenía la mano izquierda apoyada en la rodilla y una luz emanaba de ella.

- ¡Thöw! ¿Qué pasa?

El mago corrió a su lado y contempló el Mapa Cósmico. Algunas líneas se difuminaban y las constelaciones parecían estar cambiando de lugar.

- Algo está ocurriendo. El destino está cambiando.
- ¿Cómo?
- ¡Un viaje en el tiempo!

Todos miraron a Srynna, que parecía muy convencida de sus palabras.

- ¡Tal vez hayamos viajado en el tiempo con algún amuleto para evitar una catástrofe futura!
- ¿Pero a qué viene eso? -cuestionó el guerrero.

Los rayos de una tormenta comenzaron a iluminar el cielo.

- Los Nöh... Se aproximan -sintió Thöw. Algo... Algo ha cambiando. Lo noto...
- Tienen un poder... Tienen... No...

El mago y el Mapa Cósmico se miraron aterrados. 

- ¿Qué demonios..?
- La Quintaesencia...


Y el tiempo se detuvo. La Quintaesencia tenía forma, era corpórea. Majestuosa. Invencible. Incluso los rayos se quedaron inmóviles en el cielo ahogados en un agónico grito de terror mudo. Los elegidos se quedaron estáticos, contemplando el horror de la perfección. Y el Mapa Cósmico había cambiado por completo en la palma de Wherynn sin que ella ni Thöw se hubieran percatado de lo que aquello significaba...



Dedicado a Jeanpo, ¡feliz cumpleaños Éomer!

05 diciembre 2019

Dioscuri

Tal vez era su pertinacia la que estaba conquistando a Tánatos. Tal vez su obstinación lo llevaría a la muerte por obra de las mismísimas manos de aquel ser... Solo supo que le estaba mirando fijamente y de repente el mundo dejó de existir. 

En la oscuridad.

....

- ¿Sobrino?

El tono de voz de Tánatos le pareció tan surrealista como lo que acababa de ocurrir en su mente. ¿Mostraba preocupación? Nadie dijo que fuera un ser sin sentimientos, y desde luego desde que su antorcha había caído al suelo y se había apagado su presencia ya no le resultaba tan horrenda... 

- Yo...
- ¿Estás bien, pequeño Oniro?

No entendía nada. ¿Se había... quedado dormido? 

- Siempre supimos que eras diferente... Tu secreto no durará hasta la tumba, pero te hará caer en desgracia o te elevará al Olimpo... -susurró el escalofriante ser volviendo a prender su antorcha. 
- Mi conciencia no estaba presente... -musitó Ëdpôr. Nunca antes le había ocurrido.
- Continuará su curso inexorable... Salvo que Éter y el propio destino tengan otros planes en su haber para ti...

Quería conocer a Éter. Más que nunca.


¿Cómo viajar a la región por encima del cielo, a la quintaesencia? ¿Es posible alcanzar el Vacío? ¿Existe siquiera? Éter era real, y a su vez una entelequia, una ficción ilusoria. Utópica. ~ 


- ¿Te arrepientes de tus quiméricas ideas? ¿Del contubernio? -rompió el silencio Tánatos con su voz siniestra.

Se encontraban en aquel espacio sin nombre, impreciso, al que habían llegado por propio deseo en un instante. Como en sueños. Era un lugar indescriptible, sus sentidos no lograban alcanzarlo. Nunca podría revelar su apariencia, sería incapaz de recordarlo. La percepción y la sensibilidad no existían.

- Solo... ansió conocimiento -suspiró el Oniro.

¿Cómo decir que tenía sueños? Sonaba a pura blasfemia. 

- Mentiras reales, verdades falsas... -susurró Tánatos, cambiando su tea por una mariposa. Por alguna razón, ese gesto tranquilizó a Ëdpôr. De pronto lo vio menos tenebroso, a pesar de que irradiaba negrura. Quizá se debiera a que pronto se encontrarían ante la personificación de la luz nacida de la oscuridad...


Éter no hacía acto de presencia. Sabían que se encontraba allí por las nubes, que surgían a voluntad de Zeus. ¿Estaría dormido aquella noche eterna? Sonrió ante aquella palabra con tantos significados y matices. 

- Quizá tendríamos que invocar a los Dioscuros... -propuso Tánatos repentinamente con voz trémula. 
- ¿Los Gemini? ¿Podría ser conveniente para nuestros...?

Nuestros. Eso si le había dado escalofríos. Tánatos pareció notarlo y sonrió ladinamente. 

- ¿... propósitos?
- Los Tindáridas tienen un origen difuso y un futuro incierto, pero conocen estas tierras como nadie. Dioses del Olimpo, mortales fallecidos en el Hades... Si alguien va a comprenderte son ellos. 
- Y controlan los vientos... -meditó Ëdpôr.
- ¿Los vientos te han llevado al Éter con su sabiduría? 

El Oniro guardó silencio.


Los Dioscuros, a pesar de ser héroes de leyenda, no le imponían tanto como la terrible aura de Tánatos, a la que en contra de su voluntad parecía estar acostumbrándose. Los hijos de Leda parecían turbados por su presencia, aunque quizá era por miedo a volver a recibir a las Keres. La mariposa del ser de oscuridad revoloteaba a su alrededor, inicua. 

- ¿Qué anhela un Oniro de nuestro espacio etéreo? ¿Una volátil réplica a sus súplicas? 

No le habían dicho que eran buenos con los juegos de palabras. Por si acaso, puso cara seria.

- Quiero conocer a Éter -dijo sin preámbulos.
- Ya os encontráis en el éter -respondió uno de los gemelos. 
- Su personificación. La encarnación de este lugar.

En ese momento recordó que vientos como Céfiro conocían la región... ¿Y por qué habían sido tan crípticos? ¿Qué enigmas guardaba aquella recóndita zona para que todos mantuvieran silencio? Realmente deseaba el Éter, eso lo acercaría más a sus sueños... 
Las Néfeles, ninfas de las nubes, comenzaron a surgir de la nada portando unos cántaros de agua. Cautivadoras, comenzaron a verter el fluido de la vida hacia la naturaleza circunvalando la tierra de los mortales. Era un hermoso rito que no tenía ningún sentido para él en aquel instante. Solo una bella imagen más que carecía de relevancia.

- Éter pertenece a este mundo siendo el todo, el elemento más puro y brillante. ¿Creéis que se personificará ante un halo de oscuridad tan profunda como la que emana Tánatos? -preguntó uno de los gemelos. Tánatos sonrió por el elogio.
- Entiendo que sea difícil... Pero Tánatos es su opuesto y aquí se halla entre nosotros. 
- La rueda del destino es veleidosa... ¿Dejaréis al azar que ellos dos se junten?

El Oniro no entendía qué ocurría. Tánatos solo le custodiaba. ¿Verdad?

- No veo el incoveniente. Solo quereremos ilustrarnos sobre... Unas incertidumbres...

Miró a Tánatos. Sus ojos le devolvieron una mirada oscura. Los dioses no hablarían ante él. Ahora se daba cuenta.

- ¿Lo habéis entendido ya? -cuestionó uno de los héroes.
- Pero...
- Iros. Éter no os recibirá.
- Yo...
- Si es preciso... -susurró Tánatos- Me retiraré. Sobrino... Encontradme. Os estaré esperando.

Le dio la impresión de que esas palabras tenían un doble sentido y de nuevo sintió escalofríos. Comenzaría a desarrollar pavor a las mariposas después de esto. Tánatos desapareció en una bruma de tenebrosidad y el éter cambió por completo. No había percibido hasta entonces de lo realmente hermoso que era. 

- ¿Por qué compartís tiempo con Tánatos? La pulsión de la muerte no es agradable para ningún ser... -dijo uno de los héroes.
- Bueno... Es familia... -se disculpó Ëdpôr.
- Todos estamos unidos de una forma u otra.

Pues para estar unidos bien que deseaban alejar su presencia de aquel precioso lugar. Ëdpôr guardó silencio y aguardó. No ocurrió nada.

- ¿Y Éter..?
- Aquí estoy. Bienvenido a mi reino.

El Oniro se quedó sin palabras.


Dedicado a Pedro Soares, ¡feliz cumpleaños neno!

01 diciembre 2019

Aetheric Psyche II

https://www.youtube.com/watch?v=8pKoYrBT-hM

Abrí los ojos en un mundo de informes tonalidades donde mis sentidos habían dejado de percibir cuánto les rodeaba para sumirse en las tinieblas. Era un universo conocido en lo más profundo del abismo, en el camino entre los mundos, en el todo, en la nada. Caminé por sus senderos contemplando los portales antiguos sin encontrar lo que buscaba y esta vez no tenía nombre. La oscuridad se había llevado con su silencio a mi musa a un recóndito rincón de la imaginación muy lejos de mí. Sus ojos me miraban desde otras épocas, desde otro tiempo donde estábamos en sintonía. Y los portales permanecían cerrados a mi paso, solo ellas, solo ellos, podían traspasarlos. Veía a las otras musas custodiando cada uno de ellos, solemnes e impasibles a mis súplicas, estatuas de piedra etéreas. Los portales eran tan hermosos que quería perderme en su belleza, aunque eso significara no encontrar el próximo mundo.

Las musas hieráticas cubrieron con sus dones sus portales para preservar su prístina belleza y eludir su profanación. No me permitían regresar a mis propias creaciones, sellando su esencia para que yaciese perfecta por la eternidad.

La oscuridad cayó suavemente con su manto ensombreciendo el lugar y las piedras de los portales, los rostros de las musas. Si quería redimir a mi musa y otorgarle su portal en la inmortalidad tendría que salvarla de las tinieblas de la creatividad.

Una luz brilló místicamente en la lejanía y las voces de las sacerdotisas prometieron ser mi custodia en la travesía hacia la imaginación del universo que crearía mi musa cautiva en la penumbra de la psique, por lo que comencé su búsqueda en la oscuridad mientras los portales se perdían en la niebla y las musas sonreían sin que yo las viera...


Continuará...

13 noviembre 2019

Kindred Spirits


¡Ooooh! (...) ¡Ooooh! (...) 

¡Ooooh! (...) ¡Ooooh! (...) 


¡Ooooh! (...)  ¡Oh!  


Si pudiera escoger me enamoraría de ti una y mil veces. Por tu fuerza interior, tu personalidad y todos los maravillosos momentos que compartimos. Y porque eres el mejor padre para nuestra familia de peluches (Chikorita te manda un besito, Dragonite un pedete cariñoso y Auroro un abrazo en el dedo) 

¡Te quiero!


Dedicado a Cris, mi dulsurita.

01 noviembre 2019

Aetheric Psyche I

https://www.youtube.com/watch?v=--RU438cUM0

Abrí los ojos en un mundo desconocido rodeado de neblina... Los otros mundos se desdibujaban en el océano de imaginación que antaño anegaba con sus aguas aquel universo de fantasía inmortal donde era Diosa, Sacerdotisa, Viajera entre los mundos y Reina y Soberana de todo cuanto me rodeaba y florecía en mi ser... Y el mundo me olvidaba y yo no escuchaba su reclamo, porque había caído hacía tiempo en un profundo letargo...


Continuará...

28 octubre 2019

Idolatress ()

La mañana les despertó con la bulliciosa animación del mercado. La noche anterior habían arribado en el fondeadero desierto de un pequeño islote abandonado, pero Krämse, con una de sus crípticas sonrisas, les habían sugerido que esperaran a la luz del día para verlo todo de un modo diferente. Y resultó curioso, porque esa luz nunca llegó. El día tenía una insólita tonalidad parda como si el amanecer no acabara de despuntar, como si se encontraran en un sueño... Incluso la luna, enorme, brillaba aún en el horizonte de la isla.

- ¡Oh! ¡Un mehrcadoh! ¡Qué delhishia! -se alegró el Capi al ver el pescado fresco y otras baratijas que podrían servir de adornos para su barco recién exorcizado. 
- Pero... anoche... 

Krämse bajó por la pasarela y con cierta dificultad le puso la mano en el hombro a su nuevo compañero de viaje.

- ¿Conoces este sitio, si?
- Yo... -musitó Däyn sin poder creérselo.
- Sólo espero que hoy se acuñe algún mote memorable. Me encantaría ver a nuestra amada reina prometida con Sir Jaime... 

Se tapó los oídos y cerró los ojos. ¿Acaso estaba soñando? 

- ... E incluso se parece a Messacotta.
- ¡Touché!

Däyn miró el puesto del que salían las voces. Una humilde cesta de truchas que dejaban mucho que desear y un saco informe alargado. Lo contempló con terror. Después observó a los que hablaban. Una joven de vivaces ojos azules con peluca y camisola y un hombre de camisa, barba postiza y un raído gorro de ala caída. Se alejó rápidamente cuanto pudo de ellos entre el gentío. El hombrecillo le siguió.

- ¡Espera!

El joven se detuvo. El señorín le seguía como podía con sus cortas piernas y casi sin aliento. Pobrecillo. 

- ¿Qué... temes?
- Yo...

Pues realmente no lo sabia. ¿Quizá el hecho de que una de sus historias, que nadie conocía, cobrase vida propia? ¿Tal vez el hecho de que la gente, aunque parecía real, tenía un extraño halo de niebla a su alrededor que les daba un toque místico y fantasioso? ¿O que el islote de pronto se había convertido en una enorme isla donde incluso había monarcas y...?

- El mercado del puerto de Abraxas es solo uno de los míticos lugares que visitaremos en nuestros viajes -terció Krämse, muy serio. 
- ¿Abraxas? -preguntó Däyn con un hilo de voz.

Esto se le estaba yendo de las manos. ¿Pero en qué se había metido? Él solo quería surcar los mares y olvidar por un tiempo los vientos de cristal y todo lo que tuviera que ver con ellos... Aunque quizás no podía escapar de su destino... ¿Verdad? 

- Supongo entonces que querrás irte antes del espectáculo de Sir Jaime Messacotta y su desnudez... -comentó Krämse mirando al ahora lejano saco que se movía inquieto.
- Si, bueno... Sería divertido pero...
- Pero aún no está escrito. No sabemos qué ocurrirá. Volvamos al barco.


Una vez todos estuvieron a bordo y el navío comenzó a alejarse lentamente, la isla se fue desvaneciendo. No como cuando uno se aleja y se va cerrando en niebla marina, si no que volvió a convertirse en un islote desierto. Däyn entrecerró los ojos. 

- ¡Pehro qué ocurreh? ¡Mis alhajash!

El Capi, que había adquirido un montón de ornamentos para su amado barco, miraba desolado un montón de arena que se deslizaba entre sus dedos. 

- ¡Ah, Capi..! ¡Los misterios del océano son tan... enigmáticos! -rió Krämse. 
- Esh la últihma vez que compro enh un puerto ilusohrio... ¡Y yo que pensabah que la leyenzda de Abraxas había cobrahdo vihda! -gimió mientras se aproximaba al timón para trazar un nuevo rumbo.
- ¿La leyenda de Abraxas? 

A ver, a ver, a ver... Él se había inventado Abraxas. Abraxas no existía. ¿Cómo qué..?

- Estás confuso, muchacho -sonrió Krämse.
- Sí... un poco. ¿Es un sueño? ¿Una alucinación? 
- Es lo que tú quieres que sea.
- ¿Y eso qué significa? -preguntó intrigado. El señorín empezó a reír convulsivamente. 
- La música de las esferas te lo contará. A no ser que prefieras hablar con la sacerdotisa...

En cuanto dijo eso, notó unos ojos castaños clavados en su nuca. Se giró rápidamente, mareándose. No vio a nadie a excepción de los bucaneros que quitaban la arena de cubierta. Se ve que muchos de ellos habían intentado adquirir mercancías...

- Te dije que notaría tu presencia -recordó el hombrecillo.
- Y que yo no notaría la suya... Y en cambio...
- ¡Oh! Eso no es importante ahora. Estáis en diferentes mundos. Diferentes realidades.

En serio, que él solo quería navegar. Y escribir un poco si tal.

- Ve a tu camarote. Reflexiona. Relájate. ¿La brújula hacia dónde marca? 

El joven miró su brújula. Oeste. Por un instante osciló al sur, pero volvió a marcar el oeste.

- ¿Y qué quiere decir..?

Se quedó en silencio. Krämse había desaparecido, lo cual era mucho decir teniendo en cuenta lo lento que se movía... Ah, no, que estaba allí, yéndose a su camarote. Seguramente había querido hacer una desaparición épica pero su lentitud se lo había impedido. ¡Qué tipo tan divertido!


Däyn regresó a su lóbrego camarote y suspiró recostándose en su lecho. El día comenzaba a nublarse, al igual que sus pensamientos. Miró hacia su escritorio, en cuyos cajones escondía sus escritos, poemas e historias inconfesables que no quería compartir con el mundo... Y otras que sí. Se levantó. Rebuscó en el cajón y ahí estaban. Intocables. Les dio la vuelta y los abrió. Olían a pergamino viejo, como siempre. Ninguna señal de haber sido manipulados por otras manos. ¿Entonces cómo podían saber Krämse y Capi lo de Abraxas? ¿Alguno de los espíritus de las bodegas se lo había contado? Rió ante sus propias elucubraciones. Posó los manuscritos en el escritorio y lo cerró con una pequeña llave que se colgó del cuello. Sintió otra vez una mirada clavada en su nuca y comenzó a buscar en la madera algún agujero por el que le pudieran estar espiando... ¿Se estaba volviendo loco, o era la locura típica del artista en alta mar? ¿Existía eso acaso?

Una risa le sacó de sus cavilaciones. Una voz femenina que le sonaba tremendamente familiar. Ay, no, ella no... Corrió a la puerta y la abrió de golpe, asustando a un marinero que se encontraba cerca. Juraría que había visto una pequeña silueta deslizándose con agilidad hacia las entrañas de la embarcación. Pues... No pensaba ir tras ella. No esta vez. ¡Que fuera ella tras él! Cerró bruscamente la puerta tras de sí y agarró la pluma. 

¡Vira, galera, hacia donde
nazcan las aguas, azar
que entre los cielos se esconde!
¡Vuela, galera, al zarpar,
henchida tu vela en revancha,
que nunca la mar fue tan ancha
ni tan bravo y vasto mi hogar!

- Bueno, mira, al menos me inspira... -pensó. La tenue luz diurna que se filtraba por el portillo le permitía admirar los prodigios oceánicos, como peces feos y rocas cuando el fondo no era demasiado profundo. Ni sirenas ni bocinas de momento... Suspiró mientras se estiraba. Un tímido golpe en su puerta le hizo levantarse a abrir.

- ¿Sí? -preguntó al ver a un bucanero con parche y pata de palo. Un clásico. ¿Tendría pantalones a rayas y un fajín? No sabía para qué preguntaba...
- ¡Ahoy! 
- Eh... ¿Chips?
- ¿¿Eh??
- Nada, nada... -contestó el joven al ver la cara de confusión de su interlocutor.
- El Capitán quiere advertiros de que se aproxima una vil tormenta prevista para estar tarde-noche. Guardaos con cuidado y no oséis asomar vuestra jeta por cubierta, ¡¡arr!!
- Vale... Gracias por el aviso.
- No es necesario, ¡Avast!
- ¿El antivirus? -preguntó Däyn con extrañeza.
- ¿Qué decís? -preguntó el marinero mirándole de arriba a abajo como si fuera un demente.
- Yo... No domino aún la jerga marinera, lo siento... -se disculpó.
- Marinero de agua dulce... -farfulló el pirata mientras se iba.

Däyn cerró la puerta y suspiró otra vez. Tenía mucho en qué pensar y una tormenta no era lo que más le preocupaba en ese preciso momento. Un rato más tarde, viendo la calma de las aguas, decidió desoír la petición del bucanero y subir a cubierta en busca de aire fresco. Cuando llegó a popa vio una dantesca escena en la que el Capi lloraba a mares -nunca mejor dicho- lanzando maldiciones a los cielos culpando a la tormenta de todos sus males. No sabía que conocía palabras tan fuertes...

- ¿Qué ocurre? -preguntó mirando al horizonte, donde un precioso e inspirador atardecer se reflejaba a través de las nubes en las aguas, que parecían un cristal.
- Capi perdió su embarcación en una terrible tormenta que nos dejó varados en una isla, justo donde conocimos a Krämse... Aún no lo ha superado -musitó un marinero. 
- May the vessel of your life never float in the sea of existence! May you die! What have you done! -profirió el Capi completamente enajenado.
- ¿Pero qué..?
- Si, habla lenguas extranjeras a la perfección. ¿Quién lo hubiera dicho? Si apenas sabe pronunciar la nuestra... Pero claro, ha viajado mucho y eso...

Un trueno resonó en la lejanía y Capi estalló en lágrimas.

- This is all out war, they got us outnumbered, they way the swords clash is the sound of the thunder... -canturreó Krämse, que apareció de la nada. Däyn le miró sin saber qué decir. And we are not going under, we will never run for cover! ¿si? -le dijo sonriendo con su taparrabos agitándose peligrosamente con la brisa que cobraba fuerza.

- Bueno... Yo me voy a refugiar del drama... -disimuló Däyn intentando huir- Si necesitáis achicar agua o algo...
- Sí, sí, muchacho, ve a resguardarte, esto es solo para hombres de verdad -respondió uno de los piratas.

¿Qué demonios insinuaba? Entrecerró los ojos pero antes de poder reaccionar, se cruzó con su mirada. El mundo se ralentizó. Parpadeó, pero ya no estaba. Los gritos desgarradores del Capi rompían el bonito crepúsculo. Qué lío, no sabía ni cómo sentirse. Lo mejor era regresar a su camarote y esperar que la tormenta arreciase.


Dedicado a Dani, ¡feliz cumpleaños bollu!

09 octubre 2019

Aerach deilín bruane

¿Pero a quién en sus cabales se le ocurriría invocar a un súcubo? Aquella mujer-demonio de belleza incandescente la ponía de los nervios... ¿No podía haber sido solo una alucinación hipnagógica de Chico-chica, tenía que ser real?

- Necesitamos tu inestimable poder para que liberes a este hombre de su enamoramiento...
- ¡No! -se le escapó a Princesa- ¡No... tardéis en hacerlo!, hermoso... demonio?

Märga rodó los ojos. Ojalá el súcubo les diera su merecido... ¡Bueno, no!

- Por supuesto, no podría negarle nada a mi mejor amante.

Chico-chica sonrió orgulloso y un poco sonrojado y Märga tuvo que contener sus arcadas. Quizás es que era muy superficial pero de verdad que no entendía... Ahora que se fijaba, todos miraban embobados al súbuco, todo menos... ¡El novio de Princesa! Él solo tenía ojos para Absalón, que no paraba de menear su estambre delante de la joven... ¡Qué traaaumaa!

El súcubo de nombre desconocido se acercó a Absalón, que la miró sin ninguna emoción reflejada en su rostro y...



*** 

* Por su salud mental, Märga olvidó lo que vieron sus ojos antes de poder cerrarlos. *  

***


Las brisas de Ëscôciä, el viento de Êdimbürgh, mecían con suavidad la nieve a su alrededor, que se arremolinaba dulcemente en el hermoso valle. Esa preciosa visión y el sonido del viento fue todo lo que Märga intentó grabar a fuego en su memoria para no recordar...

- ¡Bueno, bueno, bueno, ya está libre, vamos a ver a las ninfas! ¿no?

Todos se hallaban sonrojados por la macabra danza de seducción que acababan de contemplar sin poder apartar la mirada, pues aquella divina mujer era hipnótica.

- Voy a... Eh...

Una lluvia de chispas envueltas en bruma plateada envolvieron a Princesa, que desapareció un instante para volver a recuperar su apariencia habitual.


- ¡Oh! ¡Que hermosura! -se deleitó su novio. 
- Vaya... -Princesa parecía terriblemente decepcionada y la meiga sintió pena por ella, aunque le alegraba que su novio estuviese contento de nuevo. Y de no tener más rivales, por qué no admitirlo... ¡Y qué más daba, si era un hombre! suspiró.
- Lo mejor será que vayamos hacia las ninfas, no quiero perder más tiempo... -dijo con voz razonable. Polvo de Galleta, como esperaba, asintió fervientemente y empezó a meter prisa al resto.
- Aún no nos hemos divertido lo suficiente...

En un movimiento cautivador, el súcubo tomó al Ëdeweiss de la mano y lo hizo desaparecer junto a ella.

A Märga le estaba dando otro colapso.

- ¿Dónde... demonios... se lo ha llevado? -preguntó con un hilo de voz, porque su ira no la dejaba hablar. El Clan Siniestro se retiró hacia atrás...
- Yo... Supongo... Que hayan ido a... "divertirse" -trató de adivinar Chico-chica, un poco molesto.
- ¡Es tu amiguita, vuelve a invocarla!
- Temo... Su ira...
- ¡¿Y la de la meiga no?! ¡Mírala como está! -dijo El doble de chico-chica señalándola. Märga tenía la mirada perdida y desprendía un aura inenarrable de furia.
- Vamos a calmarnos... Dejémosles un rato, el tiempo suficiente para que... ponga a punto su estambre y luego ya vamos con las ninfas... ¡O vamos yendo, para no tener que esperar..!

Miraron con cautela a Märga, que estaba totalmente evadida de la realidad. Polvo de Galleta se acercó y la cogió suavemente de la mano.

- Así será más fácil viajar... Como el súcubo se ha llevado a la flor -a la meiga le dio un tic en el ojo- cuando le invoquemos ya estaremos con las ninfas, y eludimos su desnudez por el mundo un poco... -dijo con mucha suavidad.
- Tienes razón -contestó Märga con voz lejana, y se dejó llevar por Polvo.
- ¿No estarán indignadas porque retiramos su maldición? Ahora ya no es flor, si no hombre... -susurró Km3.
- ¿Maldición o bendición? -preguntó el novio de Princesa.
- ¡No empecéis otra vez! -atajó Polvo de Galleta. Mi señora dice que hay que ver a las ninfas para que le dejen irse del valle voluntariamente...
- Bueno, eso de "voluntariamente..."

- Que si, que Pänsy fijo que en el fondo es buen partido.

Märga les oía como en un sueño.

- ¿Y cómo llegaremos hasta ellas? -cuestionó Princesa por sorpresa.

- Pues estarán cerca de algún manantial, un arroyo, una arboleda... ¡Fijaos bien! Seguro que no están lejos de sus flores...
- No son dríadas... -comentó Km3.

Qué día, que vida, tan larga... 



Por una vez, tuvo razón. En cuanto se aproximaron a uno de los manantiales más puros y cristalinos que habían visto jamás, vieron a unas ninfas jugueteando en sus cercanías. No sabían qué tenían que hacer, así que simplemente se acercaron con cautela. En cuanto percibieron su presencia, las ninfas cesaron su solaz y les contemplaron con curiosidad.

- ¡Una meiga! ¡Convertida en hombre! -rió una de ellas, con cabellos color del mar. Märga despertó de su ensoñación iracunda y las miró de tal modo que todas callaron al punto.
- Venimos a liberar a una de vuestras flores -dijo con voz autoritaria. Las ninfas revolotearon y parecieron enfadarse ligeramente. Polvo de Galleta contuvo el aliento.
- ¿Y quién sois para pedirnos tal favor? Las flores no pueden abandonar el valle, lo hacen más hermoso...
- Necesitamos a Absalón con nosotros. Es un... asunto mágico -inventó, aunque no era del todo mentira.
- ¿Absalón?


Las ninfas comenzaron a murmurar entre sí y Märga perdió la paciencia.

- Os lo suplico, pequeñas deidades, tenemos que llevárnoslo. Sobre nosotros -cogió a Polvo de Galleta, que las miraba implorante- pesa una terrible maldición y se quedará así si no liberamos al Ëdeweiss.
- ¿Y eso qué tiene que ver? No parece haber relación entre ambos hechos... -contestó una ninfa rubia.
- Os lo suplico, bellas alseides -le reventaba tener que halagarlas en aquel momento, pero no quedaba otro remedio- liberad a ese hombre. 

- Los misterios eleusinos no nos lo permiten, la via sagrada no puede romperse...

Märga estaba a punto de maldecir a las ninfas por siempre jamás. Lejos quedaban aquellos tiempos en que hacía el bien. Al carajo, estaba harta de ser Polvo de Galleta.

- Alseides, Auloníades, Napeas... Dejadnos a ese hombre, no os pido más.


De nuevo, algo en su aura hizo retroceder a las ninfas, que se miraron unas a otras.

- ¿Absalón, decís? Es mío.


Una de las ninfas, de cabello oceánico, ojos verdes y cuya belleza competía con la del súcubo, miró al grupo. La meiga tomó conciencia de los integrantes del Clan Siniestro en ese momento y soltó un bufido. Todos contemplaban a las ninfas extasiados, todos menos Polvo de Galleta y el novio de Princesa... Pues al final no hacía falta fingir el enamoramiento...

- Me parece estupendo. Toma otra flor y hazla tuya, necesito a tu hombre -pidió Märga. La ninfa rió y negó con su cabecita.
- No, no, no... Para liberarlo necesito un favor.

¿Más favores?

Una ráfaga de fuego voló sobre el manantial y las ninfas chillaron.

- Libéralo o te juro que aniquilo este valle y sus bosques hasta que no queden ni las cenizas...

El Clan Siniestro ahogó un grito. ¡No podía hablarle así a las ninfas!


- ¿Quién te crees...?
- Tú, invoca al súcubo.

Chico-chica obedeció y volvió a pronunciar las palabras de magia negra. Las ninfas se cubrían los oídos horrorizadas. El súcubo apareció con Absalón de la mano y miró displicente a las criaturas.


- Este hombre... Me pertenece. Su hechizo, su conjuro, ahora es mío. 
- ¡Has..! -se escandalizó la ninfa- ¡Has... profanado mi flor! -se enfureció.
- ¿Ya no la quieres? Dánosla -exigió Märga rodeando a las ninfas de fuego.

- ¡Malditos!

La ninfa se acercó a Absalón y el súcubo se puso delante de ella. 


Dedicado a Marga, ¡feliz cumpleaños neni!

01 octubre 2019

My Reckoning

Dos días más tarde, las aguas parecían haber vuelto a su cauce. Prôed leía el libro de nácar en voz alta a Lêandrö, que compartía su fascinación por él con el heredero del trono de Nrym -tanto que en una ocasión trató de abrirlo sin darse cuenta por la emoción del momento y recibió un fogonazo de luz directo a los ojos- y Lêandrö le explicaba el ahora lógico movimiento de las agujas de la brújula a su compañero.

- Has estado muy callado desde que estuvimos en el templo... -empezó cauteloso Lêandrö aquella noche frente al fuego.
- Es por esa niña. Me recuerda a mi hermana.

El futuro rey de los Leonîdas se le quedó mirando. Su amigo no solía ser tan abierto y eso le sorprendió.

- Su cabello rojo como el fuego, sus ojos oscuros...
- Pero...

El señor de las tierras de Kyrien le contó su historia durante la guerra y cómo había perdido a su querida hermana cuando solo era una criatura.

- ¡Podría ser ella! -se alegró Lêandrö.
- No... Esos hombres...
- ¡Quizá no eran tan malos, vieron sus dones y su potecial y la llevaron al templo! -se emocionó.
- Cuando estabas distraído con las "prô-fecías" me dijeron que la habían encontrado sola en la montaña...
- Oh... 

El futuro rey guardó silencio. No sabía qué decir.

- No puedo para de pensar en ella...
- Se a lo que te refieres... -suspiró Lêandrö. 

La mirada de odio que le dirigió Prôed le hizo temblar.

- Bueno, no... Es decir, no es lo mismo... Pero se lo que es tener una idea en tu mente y...
- Si, no pasa nada. Lo mejor será dormir -terció Prôed dándose la vuelta y acomodándose en la hojarasca. Lêandrö volvió a suspirar. ¿Dónde estaría su señora?


La mañana siguiente amaneció gris y plomiza, como el humor de los elegidos. Prôed no había conseguido descansar pensando en su hermana y en la herida que aquello abría de nuevo en su alma y Lêandrö había tenido pesadillas, hermosas pesadillas en las que se fundía con la sacerdotisa en su sensualidad... Con ojeras y mirada perdida, se encontraba frente al fuego dando vueltas entre sus dedos a la piedra de Yngü. Aquello le hacía sentir mejor, las iridiscencias doradas y carmesí le distraían, y había descubierto que frente al fuego brillaba en tonos tierra. ¿Cómo sería ante la luz de la luna?

- ¿Lêan? 

El príncipe de los Leonîdas miró a su compañero, que sonreía.

- Siento lo de ayer... Estoy susceptible y quisquilloso con el tema de mi hermana, pero se que tu estás sufriendo largamente por la bruja... En fin, pronto llegaremos a una aldea, una cama para dormir, un techo para cobijarnos y buena comida nos harán olvidar... Y habrá otras mujeres... Quien sabe, ¡un clavo saca a otro clavo! -bromeó.
- Claro que sí, socio -respondió su compañero levantándose animado. Pero espera... ¿¿Qué has querido decir con "buena comida??

Las carcajadas de Pröed iluminaron el día y un rayo de sol salió entre las nubes.


La aldea de Tröbyon era realmente un lugar muy pacífico. Tenía varias posadas, pues era un enclave de paso para viajeros, y ciertamente sus calles estaban plagadas de mujeres hermosas.

- ¡Mira esa..! ¡O esa!
- En serio, que salvajes sois los de Kyrien... ¡Que no son ganado!
- ¡Esa lleva unas ovejas! ¡Y si yo lo digo por ti! -exclamó Prôed ante la mirada escandalizada de unas jóvenes.
- Son muy jóvenes... Yo necesito una mujer... Una esposa...
- ¿Esposa?

Prôed se detuvo en seco. ¿No estaría pensando en un matrimonio demoníaco con la bruja?

- Eh... Quiero decir, para olvidar... Es un hechizo, no va a sanar porque me enamore...
- El amor todo lo puede.
- ¡Oh, socio, eres un auténtico romántico! -rió Lêandrö.
- Y tu siempre estropeas mis grandes momentos de dulzura épica...
- ¡Ooh!

El heredero del trono de Nrym se alejó de su compañero en busca de una buena posada. Ya que dormirían bajo techo, procuraría tener todos los lujos a su disposición.

- Mira, aquí. Entra -empujó a su compañero hacia la entrada de un sitio que parecía agradable, con flores en el exterior y sendos guerreros entrando y saliendo, la combinación perfecta.
- Espera... ¿Cuál era la última línea que me habías leído del libro?
- ¿A qué viene eso ahora?

Lêandrö le mostró con disimulo la brújula. Todas sus agujas apuntaban hacia el interior de aquel lugar. Su cuarzo parecía brillar más de lo común.

- Pues mira, razón de más para ir... -contestó Prôed aventurándose hacia dentro.
- ¡Pero..!

La posada era un sitio lleno de claridad -incluso en aquella mañana con la fina llovizna impregnando el ambiente- y todo el mundo parecía muy animado. Ninguna pelea, un montón de gente con pinta rara... Se sentía en su salsa.

- ¡Cerdo en salsa de jengibre! -gritó la posadera con voz cantarina.
- ¡Nos quedamos! -afirmó Prôed acercándose a la mujer
.

Lêandrö sonrió, le hacía gracia su actitud aristocrática pero debía reconocer que tenía buen gusto.

- ¡Hola, viajeros! ¿Desean una estancia? -preguntó la dueña, una mujer rubicunda, más joven de lo que aparentaba y con una amable sonrisa.
- Si, por favor.
- ¿Compartiremos aposento? -preguntó Lêandrö.
- ¡Pues claro! ¡No pienso gastar oro en dos aposentos! -respondió. El futuro rey de los Leonîdas se rió y volvió a mirar la brújula. Apuntaba directamente al cuarto de al lado.
- ¿Qué hay ahí?-preguntó a la posadera.
- Un entorno más tranquila, para aquellos que deseen reposar, leer...
- ¡Perfecto! ¡Echemos un vistazo! -dijo mirando significativamente a Prôed. El heredero al trono de Nrym le siguió.
- ¿Y tú que crees que vamos a encontrar? -comentó en voz baja mientras atravesaban la puerta. 

En cuanto cerraron lo supo. Una figura vestida de negro con varias alhajas les contemplaba desde una de las esquinas del lugar. Su cabellera castaña con visos rojizos y sus ojos oscuros les daban la bienvenida. Su sonrisa iluminaba el universo, los espíritus, tanto que desterró de golpe toda la oscuridad de Lêandrö.

- Parece... un ser de las estrellas... Su belleza no es de este mundo... -admiró Prôed.
- Es la Gran Diosa -dijo Lêandrö, sin poder apartar su mirada de ella.


Dedicado a Leandro y Pedro, ¡feliz cumpleaños, bollus!

26 septiembre 2019

My Bloody Valentine

Por un momento, nadie dijo nada. ¿Acaso no se daba cuenta de que pedía imposibles?

- ¿Acaso no te das cuenta de que pides imposibles? -preguntó el taxista, leyéndole la mente a todos.

Ëve se quedó callada, pero pronto una sonrisa iluminó su rostro.


- Bueno... Estamos en el reino de los sueños, ¿no? ¡En el mundo onírico cualquier cosa es posible!
- No funciona así... No existe ese tipo... de libertad... -le respondió El Mirón Cara Plana.
- Por una vez tengo que estar de acuerdo con ellos... -asintió el kelpie.
- ¡Pues vaya truño!

La chica se desesperó. ¿No había forma de salir de aquella pesadilla? Miró a su alrededor... De verdad que aquel sitio le resultaba de lo más familiar...

- Oye...
- ¿Dime?

El taxista miró a Ëve de forma tan intensa que la chica retrocedió. ¿Qué demonios le pasaba?


- A mi no me importaría pagarte la carrera...

¿Por qué de repente todo se volvía incoherente? Un cristal estalló en la parte superior de la aireada mansión y una de las lámparas de araña osciló peligrosamente en el techo.

- El Gran Creador ya nos convocó una vez... -siguió, impertérrita- podría volver a ocurrir... Si hacemos algo... Y el Gran Creador quería que regresase... ¡O eso me contaste! -señaló con dedo acusador y gesto teatralizado -no sabía por qué, pero le apetecía- al kelpie. 
- También te dije que el Gran Creador sabía que harías esto, unirte a esa pandilla de desgraciados, y perderías tu oportunidad de volver...

En serio, que confusión. Mañana iba a despertarse agotada. ¿Se despertaría, no? No estaba preparada para abandonar la tierra, aunque realmente le picaba la curiosidad... ¿Y si todo era fruto de su salvaje imaginación?

- ¿Entonces el Gran Creador quiere que regrese pero no puedo verlo? ¿¿Es esto un acto de fe, maldita sea??

La lámpara de araña se desprendió del techo y cayó estrepitosamente en medio de la sala.

- ¡Ay! La... La... ¡CHAN CHAN CHAN, la casa!

Se empezó a reír a carcajadas. Toda la caótica situación que la desbordaba parecía poder canalizarse a través de su risa, que pareció contagiar a sus amigos  -aunque le dio la impresión de que La Rubia Zorra y Pini se reían más por compromiso que por otra cosa- mientras que el kelpie permanecía serio. Una pareja salió de la nada y comenzó a enrrollarse en el sofá y su risa se volvió más fuerte. ¡Oh, no, una mezcla entre la casa del terror y la peli porno!



Todo acabó en un suspiro.

Se encontraba nuevamente sola, en medio de la nada. Una nada curiosa, porque parecía una jaula, un cubo, de colores oscuros con trazas de neón que iluminaban ciertas partes y ángulos. Las aristasconcretamente. Y el cubo parecía estar hecho de cubículos, de pequeños cubos que formaban una colmena de preguntas y respuestas, y preguntas sin respuesta y respuestas a ninguna pregunta. Qué mal.

- ¿Hola? 

Su voz hizo tanto eco que tuvo que taparse los oídos, pues le hacía daño y parecía penetrarle hasta el cerebro. ¿Donde se encontraba?

Caminó por el cubo, que parecía no tener fin, aunque veía claramente sus dimensiones. No era un laberinto, pero estaba cautiva. Se sentía muy sola, muy perdida. Se pellizcó intentando despertar, pero no logró nada. Quizá su mente y su cuerpo se encontraban demasiado desconectados en aquel momento como para poder dominarse. ¡Qué contrariedad!

- Nunca saldrás de aquí.

Ëve se quedó enmudecida. Esa... voz... Todo su cuerpo astral, onírico, real, se echó a temblar. Las lágrimas comenzaron a caer sin control por su rostro. Era cierto.


- No... -musitó como si le hubieran arrebatado lo que más amaba... Su libertad...

- Querías verme. Quería verte. Te quería. Sin pecados. Perfecta. Redimida. En la Tierra. ¿Por qué has vuelto?


¿Por qué había vuelto? No tenía ni idea. Aquel sueño en la discoteca, tanto tiempo atrás, lo había cambiado todo. Ella no lo había pedido, ni siquiera solía recordar sus sueños, aunque ahora fueran tan vívidos. Ellos habían vuelto a por ella.

- Ellos...

Ellos ya la habían traicionado una vez. ¿Sería esta su última felonía? ¿O era todo cosa del kelpie? De verdad que ya no sabía en quién confiar, ni siquiera si en esa voz...

- ¿Sabrás salir de aquí con vida?

No sabía si saldría con la mente entera. 


Empujó una de las paredes del cubo y esta se abrió. Comenzaba la aventura.

- Elige tu adalidad.
- ¿Mi..?

Dos personas se le vinieron a la cabeza. El Palomitero. El Mirón Cara Plana. ¿Qué era un adalid?

- Yo... El Palomitero...

Su corazón le elegía a él. Aunque si un adalid iba a ser algo malo hubiera escogido al taxista, o incluso a Pini... Jajaja, ¡qué mala era! La sonrisa se le borró al punto. ¿Era... mala persona? Así se lo habían dado a entender todos...

Por un instante perdió las fuerzas y se derrumbó en el suelo del cubo, que desprendía ciertos rayos rojos de neón. ¿Se merecía todo aquello? La figura del Palomitero se formó como en un sueño -si es que aquello tenía sentido- a su lado.

- Estaré a tu lado por siempre, Ëve.

Ay, mira que ella no era especialmente romanticona, pero esa frase la derritió. ¿Podría dejar de tener cambios de humor tan bruscos? Le resultaba incómodo y extenuante... Con fuerzas renovadas, como si se hubiera comido una buena ración de patatas fritas de bolsa con chocolate -¿y esa idea?- se levantó. ¡Claro que saldría del cubo maldito de su fantasía! 



Dedicado a Eva, ¡feliz cumpleaños neni!

07 septiembre 2019

*Our Farewell (Not Forever)*

Si tenemos un sueño lo bastante nítido, lo bastante realista, como para dejar una impronta en nuestra memoria... ¿Qué lo diferencia de una experiencia real? ¿Qué lo distingue de un recuerdo vivido? Quizá todas nuestras historias ocurren en diferentes planos de una misma realidad que convergen y nos hacen ser como somos... Y esas historias, mis historias, mis sueños, se reflejaban como otra vida en esta humilde morada página... Pero ya no hay historias. Ya no hay sueños. El Portal se ha cerrado.

En esa otra vida, este año descubrí Sovngarde, otro reino de inspiración como Astralia, tan diferente y tan idéntico que mi propio mundo se ha enriquecido. La saga anual, The Mysts of Sovngarde, ha mostrado ese nuevo mundo, prístino y digno de explorar en profundidad... Pero no en este instante.

Me voy a tomar un año. ¿Silencio absoluto? ¡No! Las historias de cumpleaños seguirán su curso inexorable, la saga anual será la única tradición que perviva... Y poco más. Llevo años queriendo un tiempo porque ya no disfruto como antes escribiendo, y me encanta... He perdido la esencia, ya no tengo inspiración y el bucle es insoportable porque la falta de creatividad es un insulto a mi talento... Así que me voy a dedicar a leer(me) y entender por qué siempre he amado tanto escribir, esperando que las puertas de Astralia y Sovngarde se vuelvan a abrir para mi. 

In Memoriam:

* Päu: Una historia sobre una película frustrada en la que la magia pareció hacer aparición... pero al final el realismo explicó todo lo ocurrido, sin metáforas, XD.
* Bêah: Magia, sacerdotisas, nieve (mientras los osos polares no se la coman) y una aventura épica con final feliz tras muchos avatares.


Premios de la Academia Milan Manor:

Mejor historia: Absalón, the Ëdeweiss.    
Mejor guión original: The Nightmare in the Maelström.
Mejor guión adaptado: Hogwart's Mysteries. 
Mejor montaje: Kiss & Tell.
Mejor fotografía: Insomniac (Jaded)
Mejor director: Wherynn. 
Mejor personaje masculino: Pichu. 
Mejor personaje femenino: Märga
Mejor personaje revelación masculino: Jeanpo.
Mejor personaje revelación femenino: Wherynn. 
Mejor nombre de personaje masculino: Thÿowin (secundario). 
Mejor nombre de personaje femenino: Ërov.
Mejor interpretación: Sÿl.
Mejor interpretación conjunta: Lêandrö/Prôed. 


Dedicado a Alias Pseudónimo, Astralia y Sovngarde.