Orav no sabía qué decir. No podía contarse a si mismo que era el... Oh, era demasiado complicado. No quería cambiar el curso de la historia, aunque con su viaje ya lo había hecho en un círculo eterno... Y su madre le decía que no tenía madera de filósofo, ¡anda que no! Si ella supiera...
- ¿Quién es usted? -repitió el niño, visiblemente nervioso.
- Nadie peligroso, pequeño... de verdad...
- O me lo dice o...
- O se lo dirás al chamán de la aldea...
En serio... ¿en qué estaba pensando? Cada vez se asustaba más... No recordaba haber tenido tan poco tacto cuando se visitó.
- ¿Por qué parece saber..?
- Casualidad.
Su yo niño le miraba suspicaz. Tenía que llegar a la conclusión el solito, pero podía dejarle alguna pista, ¿no?
- Hábleme de la poción.
El joven sonrió.
- Es una poción muy poderosa que concede deseos y actúa a voluntad. Quien la toma tiene el dominio absoluto sobre sus efectos.
- ¿Y si me convierto en lobo podré luchar? -preguntó el niño, ilusionado.
- Claro, pequeño. La aldea precisa de hombres fuertes que la defiendan.
- ¿Usted pertenece a la aldea?
- Si... fue mi hogar hace mucho tiempo... -Orav se perdió en sus pensamientos.
- No le recuerdo. Quizá mi madre sepa de su familia...
- ¿Aún no te fías de mi? -sonrió el joven.
- Sinceramente, no. Te pareces mucho a mi padre, eso me gusta.
El niño se le quedó mirando fijamente y pareció que algo en su mente se iluminaba.
- ¿Papá..? -tanteó.
- ¡Oh! Yo... soy... tu padre... Jajajaja, ¡qué bueno! siempre quise que llegara este momento.
- No... tu... tu eres...
El joven esbozó una sonrisa. Venga, pequeño Orav, un poco más...
- ¡Un ser de las estrellas!
Tampoco recordaba ser tan tonto de niño.
- No... no soy ningún enviado de las estrellas... -dijo el Orav adulto, frustrado.
- Pues ya me dirá... Ni que hubiera viajado en el tiempo o algo así...
Orav abrió mucho los ojos tratando de que el niño entendiera.
- Entonces... ¿yo?
- En efecto, pequeño...
- ¡Orav!
Su madre venía corriendo hacia él de manera que no podía ver el rostro al Orav adulto.
- ¡Tengo que irme! No puede verme... ¡nos vemos en el bosque a media tarde, donde el arce frondoso al lado del río!
- Pero...
- ¡Orav!
Perfecto, ahora su madre le echaría la bronca por hablar con desconocidos... ¿Es que no pudo pensar en eso cuando viajó en el tiempo?
El joven esbozó una sonrisa. Venga, pequeño Orav, un poco más...
- ¡Un ser de las estrellas!
Tampoco recordaba ser tan tonto de niño.
- No... no soy ningún enviado de las estrellas... -dijo el Orav adulto, frustrado.
- Pues ya me dirá... Ni que hubiera viajado en el tiempo o algo así...
Orav abrió mucho los ojos tratando de que el niño entendiera.
- Entonces... ¿yo?
- En efecto, pequeño...
- ¡Orav!
Su madre venía corriendo hacia él de manera que no podía ver el rostro al Orav adulto.
- ¡Tengo que irme! No puede verme... ¡nos vemos en el bosque a media tarde, donde el arce frondoso al lado del río!
- Pero...
- ¡Orav!
Perfecto, ahora su madre le echaría la bronca por hablar con desconocidos... ¿Es que no pudo pensar en eso cuando viajó en el tiempo?
Dedicado a Álvaro, ¡feliz cumpleaños neno!